Existen proyectos de geoingeniería destinados a influir sobre el cambio climático. Se trata de proyectos que tratan de disminuir o compensar los problemas que tiene nuestro planeta con los distintos efectos del cambio climático.
Sin embargo, las acciones llevadas a cabo por la geoingeniería plantean cuestiones de índole ética, debido a que tiene distintos riesgos sobre el planeta. ¿Quieres saber qué se está tratando de hacer para apaciguar los efectos del cambio climático?
Geoingeniería
Investigadores de todo el mundo experimentan desde hace decenios con este tipo de proyectos que buscan condicionar a voluntad diversos aspectos del clima para provocar o impedir precipitaciones en lugares concretos, gestionar los niveles de radiación solar o reducir el dióxido de carbono en el aire.
Por ejemplo, la geoingeniería solar trata de gestionar la cantidad de luz solar que entra a la atmósfera, para así controlar el calentamiento el superficie y disminuir el calentamiento global. En los modelos experimentales la acción de la geoingeniería podría revertir los efectos del cambio climático, aunque se desconoce si en la realidad surtiría efecto.
El clima del planeta va a cambiar sí o sí, sin embargo, se puede intentar reducir los impactos de ese cambio climático. Esta tecnología puede beneficiar a muchas personas y minimizar el daño a otras, aunque también lo contrario.
De todas formas, la geoingeniería no reduce la necesidad de construir un sistema energético más limpio y encabezar la economía hacia una transición energética basada en las energías renovables no contaminantes.
Algunos proyectos de este tipo están disponibles en el mercado, como demuestra el hecho de que en marzo de 2012 la Comunidad de Madrid destinara cerca de 120.000 euros a un proyecto para incrementar las precipitaciones de nieve mediante tecnologías de “estimulación controlada de las nubes” a la empresa alemana Radimeter Physics.
Imitar procesos naturales
Otro proyecto de geoingeniería es la de crear árboles sintéticos capaces de capturar y almacenar CO2 como los reales, pero con una mayor rapidez y eficiencia. También existen proyectos que lanzan microcristales al espacio para que la radiación solar rebote hasta el vertido de hierro en los océanos para fomentar el crecimiento de plantas microscópicas que absorban CO2 y lo arrastren al fondo del mar.
Con esta tecnología estamos jugando a ser Dios y deberíamos dejarla ahora que estamos a tiempo, puesto que la naturaleza tiene sus propios ciclos durante todo el tiempo y no sabemos qué consecuencias puede tener esto sobre el clima.