En el cambio climático y sus efectos tan negativos para el planeta en general, el comportamiento de las grandes masas de hielo del continente Antártico juega un papel fundamental. Una de las razones principales del cambio climático es el aumento del efecto invernadero provocado por la contaminación excesiva de las actividades económicas del ser humano.
La comunidad científica estableció como límite de ascenso de temperaturas medias del planeta un aumento de dos grados. A partir de ahí, los cambios en nuestra atmósfera y formas de vida ya serían irreversibles e impredecibles. Es por ello, que más de 100 países se han unido en la lucha contra el cambio climático y han ratificado el Acuerdo de París.
Estudios publicados en la revista Nature indican que las placas de hielo de la Antártida oriental parecen ser las zonas más vulnerables ante los efectos del cambio climático, lo que se relaciona con el deshielo de la Antártida. Esto provoca una gran incertidumbre sobre el aumento del nivel del mar que se experimentará en los próximos años, ya que los casquetes de esa zona se están derritiendo a una velocidad más rápida de lo esperado. Para entender mejor el impacto de este fenómeno, es recomendable consultar cómo el deshielo de Larsen C provoca inestabilidad en el ecosistema y en el nivel del mar.
El hecho de que estas zonas se derritan antes de lo esperado sugiere que son más sensibles al cambio climático. Un grupo de expertos en Bélgica, Holanda y Alemania analizó datos logrados sobre el terreno, modelos climáticos e imágenes de satélites. Gracias a estos datos se conoce la razón de por qué esta zona es más vulnerable. Se debe a los fuertes vientos que llevan el aire caliente y que van desplazando la nieve de su superficie. Aunque a pesar de ello, los expertos no pueden predecir bien el comportamiento que tendrá esa zona con respecto a la contribución al aumento del mar en la Antártida.
El desplazamiento de la nieve en la superficie por el viento caliente y seco crea un microclima local más templado donde aparecen un pequeño número de puntos calientes, entre ellos, un misterioso cráter localizado hace unos años en la plataforma de hielo Rey Balduino. En aquel entonces cuando se descubrió el cráter se pensó que era consecuencia del impacto de un meteorito. Pero hoy día se sabe ya que se trata de un lago colapsado con un molino en su interior. Este molino se trata de un agujero que vierte agua al océano, lo que se relaciona con el estudio sobre lo que ocurre cuando se derrite el hielo en la Antártida.
A su vez, en las investigaciones llevadas a cabo por los grupos de expertos se han descubierto numerosos lagos con agua líquida escondidos bajo la superficie del hielo. Algunos de esos lagos disponen de varios kilómetros de tamaño. Esta puede ser una evidencia de que los efectos del cambio climático se están acentuando en estas zonas tan vulnerables, ya que el agua que se derrite en el cráter aumenta enormemente de un año a otro. Esto hace eco de otros estudios que exploran el peligro que el deshielo de la Antártida representa para la humanidad.
Otro estudio de universidades de Reino Unido, Nueva Zelanda, Alemania y Estados Unidos ha estudiado el comportamiento y la importancia que tienen las placas de hielo de la Antártida. Se concluye que juegan un papel fundamental en los cambios climáticos regionales y locales, pudiendo explicar el por qué el hielo marino en el hemisferio sur ha seguido aumentando, a pesar del calentamiento experimentado en el resto del mundo. Para más información sobre este fenómeno, es recomendable explorar cómo las ondas Kelvin aceleran el deshielo de la Antártida.
Muchos de los modelos paleoclimáticos que intentan explicar los cambios en el clima a lo largo de la historia no han tenido en cuenta la variabilidad climática que ha quedado impresa en los registros paleoclimáticos, es por eso que están algo incompletos.
“La mayoría de los icebergs que se desprenden de la capa de hielo antártida deambulan por esta región como consecuencia de la circulación atmosférica y oceánica”, señala en un comunicado Michael Weber, paleoclimatólogo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).
Los científicos constatan que los periodos ocurridos a lo largo de la historia de alternancia entre las pérdidas y aumento de masa de hielo han tenido un “efecto en cascada” sobre todo el sistema climático. Esto es, que los cambios en el clima sucedidos desde hace décadas pueden tener un impacto considerable sobre la extensa capa de hielo de la Antártida y que puede seguir en aumento y los efectos del cambio climático siguen acentuándose. Esta dinámica se relaciona con otros estudios que analizan .
Además, es importante considerar que la Antártida se podría quedar sin un 25 por ciento menos de hielo para final de siglo, lo que incrementaría aún más el riesgo que supone el cambio climático.
El cambio climático también se manifiesta en la temperatura de la Antártida, que podría aumentar considerablemente, afectando así a diversas especies que habitan en esta región. Esto es particularmente relevante para el ecosistema local, ya que los pingüinos y otros animales dependen del hielo para sobrevivir. El estudio de su impacto es crucial para entender la salud general del ecosistema antártico y su futuro.
Los científicos advierten sobre la posibilidad de que se rompa la gigantesca plataforma de hielo Larsen C, lo que tendría efectos en cadena en otras áreas del continente. Esta situación se relaciona con la creciente preocupación por el deshielo en la región y las implicaciones que tiene en la subida del nivel del mar.
También es fundamental evaluar los riesgos asociados al calentamiento global en la Antártida, pues podría desatar erupciones en volcanes antárticos, algo que aún se está investigando. Este fenómeno podría agravar aún más la situación actual de los glaciares y el hielo antártico.
En esta línea, se debe investigar el derretimiento del glaciar Totten, que se está derritiendo a un ritmo más acelerado, representando una amenaza significativa para la estabilidad del hielo de la zona.
Finalmente, los estudios sobre el mínimo histórico de hielo marino de la Antártida demuestran la gravedad de la situación. A medida que la temperatura global continúa en aumento, es crucial que se tomen medidas para frenar el cambio climático y proteger la salud de nuestros océanos y ecosistemas. La investigación continua en esta área es vital para prever los posibles escenarios futuros y sus implicaciones para el planeta.