El ciclón de Libia ha sorprendido, hasta cierto punto a los meteorólogos. Tras lo sucedido en España y, posteriormente, en Grecia, Bulgaria y Turquía, estos pensaban que lo peor de la borrasca Daniel ya había pasado.
Sin embargo, este fenómeno atmosférico no estaba dispuesto a irse sin provocar efectos aún más devastadores. A su paso por Libia y con fuerzas renovadas, Daniel ha causado miles de muertos y la desaparición de ciudades enteras. A continuación, vamos a explicarte qué ha sucedido y cuáles han sido los terribles efectos del ciclón de Libia.
¿Por qué Daniel se ha convertido en ciclón?
A su paso por España, Daniel era una DANA. Estas son las iniciales de depresión aislada en niveles altos y, como su propio nombre indica, se forma cuando chocan una masa de aire frío en altura y otra de caliente en la superficie. A su vez, esto da lugar a la aparición de nubes que descargan copiosas lluvias.
Sin embargo, al atravesar el Mediterráneo, Daniel se ha transformado en un ciclón. Sistemas de baja presión han logrado colocarse por debajo de la DANA primitiva y, con ello, la han reforzado al evitar el corte del viento, que la debilitaría. Por el contrario, con ayuda de las aguas cálidas, han generado nubes y tormentas en torno al centro de aquella.
El resultado ha sido un fenómeno meteorológico híbrido que combina rasgos de una tormenta de latitudes medias con otros propios de un ciclón tropical, pero en el Mediterráneo. Se trata de lo que, en climatología, se conoce como Medicane (Mediterranean hurricane). Y, como su propio nombre indica, vendría a ser un ciclón mediterráneo.
Se caracteriza por una fuerte presión y grandes vientos en torno a su centro. Asimismo, provoca convección y tormentas que se disponen bajo el mínimo de presión. Por tanto, Daniel llegó a Libia convertido en una especie de ciclón tropical que ha devastado el país. Pero ¿qué ha sucedido exactamente allí?
El ciclón en Libia: ¿qué ha pasado?
Los llamados medicanes no son raros, sino que se producen con relativa asiduidad. Pero se trata de fenómenos suaves que apenas causan daños. Lo que sucede es que el calentamiento global influye en ellos. Curiosamente, hace que disminuya su frecuencia, pero, al mismo tiempo, los que se originan son mucho más fuertes. Justamente esto ha ocurrido en Libia.
De hecho, entre las ocho horas del pasado domingo y las ocho del lunes, el centro meteorológico de la Universidad Omar Al Mujtar de Al Baida registró unas precipitaciones de 414 milímetros por metro cuadrado. A priori, quizá no te parezca demasiado, sobre todo teniendo en cuenta que en Grecia se llegó a los ochocientos. Pero es que el problema no terminó ahí.
Ya en varias ocasiones los expertos de la citada universidad habían advertido del riesgo que corría la localidad de Derna, donde se producían repetidas inundaciones. Esta es una de las ciudades importantes del país por número de habitantes. Cuenta con unos cincuenta mil, pero su distrito alcanza los ciento sesenta mil.
Ha sido una de las más afectadas por el ciclón de Libia, junto a las cercanas Baida y Bengasi. Para explicar los mortíferos efectos que ha tenido este fenómeno meteorológico en el país debemos hablar de la complicada situación política que vive desde hace años. Esta ha debilitado sus infraestructuras y sus recursos para hacer frente a una tormenta de estas dimensiones.
Quizá por ello, en Derna se produjeron un cúmulo de circunstancias que agravaron el ciclón. En concreto, dos represas y cuatro puentes no soportaron la fuerza del agua y colapsaron. También debes tener en cuenta la peculiar orografía de la ciudad, ubicada en un valle y rodeada de montañas. Todo esto provocó que quedase inundada. Libre de trabas, el caudal de líquido arrasó barriadas enteras llevando casas y personas hasta el mar.
En palabras de Hisham Chkiouat, uno de los cargos del gobierno del este de Libia, «fue como un tsunami». Por su parte, el experto Mohammed Ahmed ha señalado que el caos en la seguridad y la negligencia de las autoridades al organizar las medidas de seguridad llevaron a la catástrofe. Asimismo, otros señalan que los propios materiales con que se edificaron las presas habrían provocado su derrumbamiento. Se trata de enrocado, que son, simplemente, rocas acumuladas y compactadas, una factura que no aguantaría el desbordamiento. Así lo indica, por ejemplo, Dragan Savic, profesor de hidroinformática de la Universidad de Exeter.
Los devastadores efectos del ciclón de Libia
En cualquier caso, todavía no es momento de buscar culpables, sino de recuperar a las víctimas y ayudar a los supervivientes. El propio caos en que está sumido el país provoca que ni siquiera se conozca el número de muertos y desaparecidos. Ya se está hablando de siete mil respecto a los primeros y de diez mil en cuanto a los segundos.
Pero estas, a todas luces, no son cifras reales. El mar continúa devolviendo cadáveres y los expertos creen que se duplicarán. Más fiables son los datos de damnificados que aporta el Fondo de Respuesta de Emergencias de Naciones Unidas. Según sus responsables, más de ochocientas mil personas habrían resultado afectadas por el ciclón y, al menos, doscientas cincuenta mil necesitarían ayuda urgente para sobrevivir.
De hecho, ya han desbloqueado diez millones de dólares de sus reservas de socorro para invertirlos en suministros vitales que llevar al país africano. Con ellos, pretenden evitar una crisis humanitaria provocada por la falta de agua potable y otros factores. Así lo ha explicado Martin Griffiths, secretario general adjunto de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios. Al mismo tiempo, ha pedido que todo el mundo colabore con Libia para restablecer un mínimo de normalidad que impida el agravamiento de la situación.
En conclusión, te hemos explicado por qué se ha producido el ciclón de Libia y cuáles ha sido sus terroríficos efectos. Varios miles de personas han muerto y barrios enteros de Derna han desaparecido. No obstante, como te decíamos, todavía continúan encontrándose víctimas. Además, ni siquiera los efectivos de rescate han conseguido llegar a todas las zonas, pues las carreteras han quedado destruidas. Anímate a colaborar con los damnificados a través de alguno de los organismos que lo hacen.