El agujero de la capa de ozono es casi mundialmente conocido. Los gases de efecto invernadero llamados clorofluorocarbonos (CFCs) han disminuido la concentración de ozono en la zona de la Antártida. En el año 1992 se estableció el Protocolo de Montreal por el que se prohibieron las emisiones de estos gases.
A día de hoy, el agujero de la capa de ozono se ha detenido por primera vez a nivel mundial e incluso está presentando indicios de recuperación, gracias a esta eliminación de emisiones de estos gases que la destruyen. ¿Cómo está el panorama de ozono en nuestra estratosfera?
Reducción del agujero de ozono
Este dato representa todo un éxito a la hora de tener en cuenta el estado de la capa de ozono a nivel mundial. Gracias a que cerca del 99% de las sustancias que destruyen el ozono se han dejado de emitir a la atmósfera, el agujero de la capa de ozono se está recuperando. De no haberse producido así -ha continuado- el aumento de los índices de rayos ultravioletas, propiciado por la destrucción de la capa de ozono, hubiera sido incompatible con la vida.
A pesar que esto es una buena noticia, aún no es seguro bajar la guardia y continuar trabajando en modelos atmosféricos que ayuden con la estabilidad de la capa de ozono.
Efectos del calentamiento global
El calentamiento global ha generado el aumento de la temperatura en la superficie del planeta (troposfera), pero también ha supuesto un enfriamiento en las capas altas de la atmósfera (estratosfera), lo que se traduce en una aceleración muy fuerte de la corriente de aire caliente desde el ecuador hacia los polos.
Gracias al aumento de este flujo de aire, se inyecta más cantidad de oxígeno en las capas altas de la atmósfera que finalmente es transformado en ozono. De ahí a que la producción de ozono sea más alta. Por ello, la evolución de la capa de ozono dependerá de la dinámica de la atmósfera cuando disminuyamos el calentamiento global con el Acuerdo de París.
El escenario climático previsto para mediados de este siglo es un “adelgazamiento” de la capa en zonas ecuatoriales y un engrosamiento del que había antes en latitudes medias y altas, lo que afectaría de lleno al continente europeo, con especial incidencia en los países nórdicos.
Puesto que los gases de efecto invernadero provocan alteraciones en la química del ozono, se deben prevenir las emisiones de hidrofluorocarburos (HFC) que se emplean en los frigoríficos y aparatos de aire acondicionado.