Cuando se vive en una isla volcánica es muy importante estudiar a los volcanes para mantener a salvo a la población. Y eso es precisamente lo que ha hecho Tenerife. A partir de ahora, cuenta con un sistema volcánico de sismógrafos compuesto por 15 sismógrafos especiales que le permitirán detectar los seísmos que hasta el momento eran indetectables.
Las nuevas estaciones de vigilancia sísmica estarán colocadas de manera estratégica en los cuatro puntos cardinales del territorio.
El sistema será, sin duda, de mucha utilidad, ya que permitirá registrar los movimientos en el subsuelo que los sismógrafos convencionales no detectan. Así, ante el continuo temor a erupciones volcánicas, los expertos contarán con las pistas necesarias con suficiente tiempo de antelación, a través de los terremotos que avisan de cualquier riesgo. Pero, además, la población podrá disponer de una debida información didáctica para saber a qué atenerse tanto en caso de terremotos como de erupciones volcánicas.
Esta es la gran apuesta de la división de Medio Ambiente del Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER) que dirige el vulcanólogo Nemesio Pérez y cuyo equipo se ha reforzado con Luca D’Auria, que es el responsable de la monitorización del Vesubio, uno de los volcanes más peligrosos del mundo al ubicarse en una zona muy poblada.
Para completarlo, el Supercomputador Teide, instalado en el ITER, procesará datos a alta velocidad, lo que permitirá analizar la información que recojan los sismógrafos y hacer suposiciones con los datos que recoja, ya que »los sismógrafos tienen un GPS y están sincronizados entre sí con mínimos errores de milésimas de segundos», dijo Manuel Cendagorta, director-gerente del ITER.
Tenerife es una isla volcánica en la que se producen sismos de poca intensidad regularmente, pero podría originarse uno de magnitud 6 o mayor, según explicó D’Auria, por lo que es conveniente estar preparados.