El albedo es la relación existente entre la energía reflejada y la incidente en la longitud de onda de la luz visible y hace que los planetas brillen: éstos, al no poseer energía por sí mismos, reflejan una parte de la luz que reciben del Sol. El albedo depende de la inclinación de la irradiación incidente (cuando más se aproxima la inclinación a la perpendicular, más importante es la reflexión) y de la naturaleza de la superficie reflectante. Para simplificar, la capacidad reflectante de una superficie se encuentra relacionada con su color: un cuerpo claro refleja con mayor facilidad que otro oscuro.
Un suelo cubierto de nieve tiene un albedo más elevado que una pradera. Así, la nieve posee un albedo medio de 0,7, mientras que el de un bosque verde es de 0,2. El albedo planetario se sitúa aproximadamente en 0,1 esto significa que alrededor de un 30 % de la energía solar entrante parte de nuevo en forma de irradiación directa hacia el espacio. El albedo de los continentes es aproximadamente de un 34 %, mientras que el de los océanos es de un 26 % y el de las nubes de altitud media y baja se sitúa entre el 50 % y el 70%.
Si bien a escala planetaria el balance energético es igual a cero, en pocos lugares de la superficie terrestre encontramos, en cambio, el balance en equilibrio. Algunas zonas reciben más energía de la que emiten; otras, en cambio, emiten más de la que reciben. En general, los balances son excedentarios hasta los paralelos comprendidos entre 35º y 40º. En estas latitudes se igualan, y más allá pasan a ser deficitarios. Las variaciones en la cantidad de energía recibida y emitida condicionan el calentamiento o enfriamiento del aire, factores que contribuyen en la distribución de los climas y en la circulación atmosférica.
Deberías chequear el valor de la radiación solar extraterrestre. Isc = 1367 W/m^2