Cielo estrellado

Vivimos en un planeta muy hermoso, donde coexisten muchísimas especies tanto vegetales como animales que hacen todo lo posible por sobrevivir y adaptarse en un mundo donde tienen que enfrentarse día a día a numerosos retos. Pero, si durante el día podemos ver una gran variedad de colores y formas de vida, por la noche el espectáculo continúa, sólo que esta vez el protagonista es el cielo estrellado.

Muy pocas veces nos damos cuenta de ello, no en vano, es fácil olvidarse de que ahí afuera hay otros mundos donde, quizás, haya vida. Todos esos millones de puntitos brillantes que a veces vemos, son en realidad estrellas, planetas, cometas y nebulosas que había hace millones de años.

Breve historia de la astronomía

Me encanta la noche. La tranquilidad que se respira es maravillosa, y cuando el cielo está despejado y puedes ver una pequeñísima parte del universo, es una experiencia increíble. Seguro que esos sentimientos y esas sensaciones que tenemos todos los aficionados a la astronomía o, simplemente, a la observación del cielo también los tuvieron los primeros astrónomos.

La astronomía, por cierto, es una ciencia muy antigua. Todas las civilizaciones humanas habidas y -probablemente- por haber, se han dedicado a observar los cielos. Un ejemplo es Stonehenge, una construcción megalítica construida hacia el 2800 a. C. que, si se mira desde su centro, te indica la dirección exacta de la salida del sol en el solsticio de verano.

En Egipto, los constructores de las pirámides de Giza, Keops, Kefrén y Micerinos (faraones pertenecientes a la IV dinastía) crearon sus obras hacia el años 2570 a. C. de manera que estuvieran alineadas con el cinturón de Orion. Aunque en la actualidad las tres estrellas de Orión forman un ángulo que difiere por unos pocos grados con el que forman las pirámides.

Sin embargo, no fue hasta muchos años más tarde, en mayo de 1609, cuando el genio Galileo Galilei inventó el telescopio que serviría para estudiar, aún con más detalle, los objetos del cielo. En aquella época en Holanda ya se había creado uno que permitía ver objetos lejanos, pero gracias al de Galilei que permitía aumentar de ocho a nueve veces la imagen, se podían ver muchos más objetos, de modo que se podían estudiar y analizar todo lo que se podía observar en el cielo.

Así, poco a poco la gente pudo darse cuenta de que era el Sol y no la Tierra el que estaba en el centro de nuestro todo, lo cual supuso un cambio enorme teniendo en cuenta que, hasta ese entonces, se había tenido una visión geocéntrica del universo.

Hoy en día contamos con telescopios y prismáticos que nos permiten ver más allá. Cada vez son más los que no se conforman con ver los objetos que los ojos humanos pueden captar a simple vista, pero que lo tienen más fácil que nunca para ver cometas, nebulosas, e incluso, si el tiempo acompaña, las galaxias más cercanas. Pero hay un problema que antes no había: la contaminación lumínica.

¿Qué es la contaminación lumínica?

La contaminación lumínica se define como el brillo del cielo nocturno producido por una mala calidad del alumbrado urbano. Las luces de las farolas, las de los vehículos, las de los edificios, etc. son un impedimento para disfrutar de las estrellas. Y la situación no hace más que agravarse a medida que la población mundial aumenta.

Tiene muchas consecuencias, entre ellas las siguientes:

  • Se desperdicia energía y dinero.
  • Deslumbra a los conductores.
  • Contribuyen al cambio climático.
  • Alteran los ciclos de diversas especies animales, así como de las plantas.
  • Se pierde visibilidad del cielo nocturno.

¿Existen soluciones?

Claro que . Encender la luces exteriores sólo durante algunas horas, utilizar bombillas de bajo consumo, situar las farolas evitando los obstáculos (como ramas de árboles), y/o utilizar diseños con pantallas que eviten la dispersión de luz hacia arriba son algunas de las cosas que se podrían hacer para reducir la contaminación lumínica.

Mitos sobre las estrellas

Pléyades

Las estrellas siempre han sido objeto de creencias con las cuales el ser humano ha ido creando historias mitológicas. Un ejemplo son las Pléyades (palabra que significa »palomas» en griego). En la Antigua Grecia se contaba la historia de que el cazador Orión se enamoró de Pleione y de sus hijas, quienes trataron de escapar de él pero que sólo lo consiguieron cuando Zeus, años después, las transformó en palomas que volaron hacia el cielo para convertirse en un grupo de estrellas que hoy seguimos conociendo como las Pléyades.

Tirawa

Según los Pawnee, una tribu indígena del centro de Norteamérica, el dios Tirawa envió a las estrellas a soportar el cielo. Algunas se encargaron de las nubes, el viento y las lluvias, lo que aseguraba la fertilidad de la Tierra; sin embargo, había otras que se encontraron con un saco de tormentas mortales, que introdujo la muerte en el planeta.

Vía Láctea

Los mayas creían que la Vía láctea era el camino por donde las almas caminaban hacia el inframundo. Las historias que contaron estas personas, las cuales formaron una de las civilización más avanzadas de su tiempo, se basan en la relación del movimiento de las estrellas. Para ellos, la banda vertical de la Vía Láctea que se puede ver todavía hoy si el cuelo está muy despejado, representaba el momento de la creación.

Las siete Krttika

En India se cree que las estrellas de la Osa Mayor eran los llamados Rishis: siete sabios que estaban casados con las siete hermanas Krttika con quienes vivían en el cielo del norte hasta que Agni, el dios del fuego, se enamoró de hermanas Krrtika. Para tratar de olvidar el amor que sentía, Agni se fue a la selva donde se encontró con Svaha, la estrella Zeta Tauri.

Svaha se enamoró de Agni, y para conquistarle lo que hizo fue disfrazarse como unas de las hermanas Krrtika. Agni creyó que había conquistado finalmente a las esposas de los Rishis. Poco después, Svaha tuvo un hijo, por lo que empezaron a correr rumores de que seis de las esposas de los Rishis eran su madre, lo que provocó que seis de los siete maridos se divorciaran de sus esposas.

Arundhati fue la única que permaneció con su esposo llamada la estrella Alcor. Las otras seis se marcharon y pasaron a convertirse en las Pléyades.

Los mejores sitios para ver las estrellas

Ante la contaminación lumínica, lo mejor que se puede hacer es alejarse lo máximo posible de las ciudades o, mejor aún irse de viaje a alguno de estos sitios:

Parque Nacional de Monfragüe (Cáceres)

Imagen – Juan Carlos Casado

Observatorio de Mauna Kea (Hawái)

Imagen – Wally Pacholka

Las Cañadas del Teide (Tenerife)

Imagen – Juan Carlos Casado

Desierto del Sinaí (Egipto)

Imagen – Stefan Seip

Pero… y si no puedo viajar, ¿qué hago? Bueno, en ese caso lo mejor sería adquirir un telescopio refractor. Es muy sencillo de usar y apenas requiere mantenimiento (a excepción de mantenerlo limpio 🙂 ). El funcionamiento de este telescopio se basa en la refracción de la luz emitida por él. Cuando el haz luminoso atraviesa la lena, alterará su trayectoria provocando una imagen aumentada del objeto que se esté observando en ese momento.

El precio de un telescopio refractor de iniciación es bastante interesante, pudiendo valer unos 99 euros.

Más fotos de cielos estrellados

Para terminar te dejamos con unas cuantas fotos de cielos estrellados. Que la disfrutes.


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      Uriel Esquivel dijo

    Somos el único planeta con nuestras virtudes (aire, agua, fuego, tierra) e… insignificantes.
    La belleza del Cielo es Enorme, Interminable; el poder de nuestro astro rey nos arroja «chispas» de sus dones y nos cubre de auroras polares por su energía al tope de nuestra magnetosfera para llenar a la vez nuestras pupilas de asombro y nos otorga el Éter, de fondo, además de contar con técnicas superiores aunque sólo para poder apreciar un poco más de esa Preciosidad, gracias a Dios.