¿La causa? Según un estudio realizado por los científicos de la British Antarctic Survey (BAS), que se ha publicado en la revista Geophysical Research Letters, ha sido una serie de tormentas notables ocurridas entre los meses de septiembre a noviembre del año 2016.
Estos fenómenos trajeron aire caliente y vientos fuertes que, combinados, derritieron ni más ni menos que 75.000 kilómetros cuadrados de hielo marino por día, lo que equivaldría a perder un trozo de hielo del tamaño de Panamá cada 24 horas.
Es el descenso más dramático que se ha visto desde que se comenzó a tener registros, en el 1978. Cabe destacar que el hielo marino, según explicó John Turner, un científico del clima en BAS y autor principal del estudio, es muy delgado, de un metro de espesor de promedio. Esto hace que sea muy vulnerable a los fuertes vientos.
¿Se puede atribuir este fenómeno al cambio climático? La realidad es que no. Es cierto que los científicos utilizan el hielo marino como un indicador de los cambios que se están produciendo en el clima, y de hecho, según cuenta Turner, los registros de la caza de ballenas les proporcionan a los científicos pistas de la extensión de hielo marino pasado de la Antártida, pero es difícil comparar esos datos con los registros satelitales. Además, destaca que el clima antártico es increíblemente variable.
Imagen – NASA GODDARD SPACE FLIGHT CENTER
De lo que sí están seguros, es de que si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando es probable que haya más tormentas y más fuertes en latitudes medias. Sin embargo, por el momento no se puede asegurar que las tormentas de finales del 2016 sean debidas a la actividad humana.
Hasta ese momento el área de hielo marino antártico aumentó considerablemente, lo cual les resulta muy curioso a los científicos, quienes pretenden averiguar por qué creció el hielo si la temperatura media global está aumentando. Quizás este crecimiento sea una característica más del cambio climático.
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