Reducir el consumo de carne: clave para combatir el cambio climático

  • La ganadería contribuye con más del 14,5% de los gases de efecto invernadero en el mundo.
  • Reducir el consumo de carne puede disminuir en dos tercios la huella de carbono de nuestra dieta.
  • La producción de carne es responsable del 70% de la deforestación en el Amazonas.
  • Adoptar una dieta más sostenible puede mejorar la salud y contribuir al bienestar colectivo.

Vacas

¿Qué te gusta más: una hamburguesa con patatas o una ensalada? Las verduras no suelen gustar, pero deberían. La ganadería emite más del 14,5% de los gases de efecto invernadero mundiales, y eso es un problema, ya que en el mundo se consume una media de 40kg de productos de origen animal por persona y año; en España, 100kg.

Para que el planeta sea sostenible, se debería de reducir el consumo de carne cinco veces según Florent Marcellesi, eurodiputado de Equo.

Frutas y verduras

El impacto del consumo de carne en el medio ambiente

El consumo de carne en los países llamados del Primer Mundo se está disparando, lo cual se refleja en las calles. Cada vez hay más personas obesas mientras que en países como Japón, donde llevan una dieta más vegetariana, es difícil encontrar a alguien que tenga sobrepeso. Esto puede relacionarse con la reducción del consumo de carne para combatir el cambio climático.

Según un estudio dirigido por la Universidad de Oxford y realizado en 2014, las emisiones de CO2 de las personas vegetarianas son un 50% menores que las de quienes consumen carne a diario, y las de las veganas un 60%. Esto resalta la importancia de la .

Sin embargo, no es necesario volverse vegetarianos para ayudar al planeta; tan solo consumir de todo: frutas, verduras, y de vez en cuando carne. El ser humano es omnívoro y proviene de los monos, que son unos animales que comen sobre todo plantas, excepto algún que otro, como el chimpancé africano, que también se alimenta de insectos.

Si deseas aprender más sobre cómo la ganadería afecta al medio ambiente, puedes leer más sobre el tema en este artículo.

El precio de la carne y el acceso a alternativas saludables

¿Qué ocurre? Que comer carne procesada se ha vuelto más asequible que comer frutas y verduras, lo cual es ilógico ya que se requieren muchos más recursos para producir carne que frutas y verduras. Sale más barato comprar carne que verduras, y por lo tanto, eso es lo que comemos. Este aspecto está relacionado con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Pero si continuamos así, los paisajes naturales que tanto nos gustan podrían dejar de serlo pronto a menos que reduzcamos las emisiones de dióxido de carbono (CO2), y ello implica reducir el consumo de carne. Esto se alinea con las iniciativas que buscan .

El consumo de carne y su relación con el cambio climático

Aunque una creencia, en ocasiones muy arraigada, asume que la industria, el transporte y el sector energético son las actividades que más contaminan, el papel de la alimentación en el cómputo global de las emisiones de gases de efecto invernadero es una realidad que no se puede dejar de lado. Así, el estudio titulado The global impacts of food production y publicado en 2018 en la revista Science por científicos de la Universidad de Oxford apuntaba a un dato muy significativo: al menos un 25% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero, corresponden al sector de la alimentación.

Un 25% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero, corresponden al sector de la alimentación

De este cuarto de las emisiones, un 58% corresponde a la generación de productos animales, y a su vez, un 50% de las mismas corresponde con la producción de carne de ternera y cordero. Esto pone de manifiesto la necesidad de considerar la reducción del consumo de carne para combatir el cambio climático.

Según el estudio, de estos datos se desprende que reducir el consumo tanto de carne como de productos lácteos podría reducir en dos tercios la huella de carbono de los alimentos que consumimos. Si queremos tener un impacto positivo a este respecto, los expertos recomiendan consumir menos carne y productos derivados de los animales, pero también incluir en nuestra dieta más alimentos locales, y sobre todo de temporada.

«Si un carnívoro típico adoptase la dieta vegana, su huella de carbono quedaría reducida a la mitad», afirma Peter Scarborough, investigador de la Universidad de Oxford.

Esto segundo es de gran importancia, pues a veces, por menor carne que consideremos consumir, la huella de carbono de un filete de ternera procedente de un entorno cercano a nuestras ciudades podría ser menor que el de un aguacate importado de Ecuador, una naranja procedente de China o unas fresas cultivadas fuera de temporada. Y es que el cálculo global de la huella de carbono, más allá de la naturaleza del producto, hay que tener en cuenta el conjunto de emisiones generadas desde el momento en que el producto es producido hasta que, a veces cruzando medio planeta, llega a nuestros platos.

Si quieres conocer más sobre el impacto del cambio climático en España, quizás te interese visitar este artículo.

La producción de carne y sus consecuencias ambientales

La producción de carne está ligada a una serie de problemas ambientales que van más allá de la simple emisión de gases de efecto invernadero. La conversión de tierras para la ganadería ha llevado a la deforestación y a la pérdida de hábitats naturales. De hecho, la ganadería industrial es responsable del 70% de la deforestación en El Amazonas. Esto se debe a los monocultivos de soja y maíz, que arrasan buena parte de América Latina y Asia, para producir pienso y alimentar al ganado. Este proceso deja una huella significativa en el medio ambiente, haciendo que sea aún más urgente la reducción del consumo de carne.

Además, la explotación de recursos hídricos es severa. Para producir un kilo de carne de vacuno se necesitan 15,000 litros de agua; la misma cantidad de agua que utiliza una persona en 100 días. Y, sin embargo, para un kilo de lentejas solo necesitamos 5,000 litros. Por lo tanto, reducir el consumo de carne no solo ayuda al ambiente, sino que también permite una mejor gestión de los recursos hídricos.

Beneficios de una dieta más sostenible

Reducir el consumo de carne y productos lácteos no solo es beneficioso para el medio ambiente, sino que también puede tener efectos positivos en la salud. Incontables estudios muestran los beneficios de comer proteínas de origen vegetal en comparación con las de origen animal, con resultados que van desde la reducción de tasas de cáncer y enfermedades cardíacas hasta una mayor esperanza de vida. Esto no solo beneficia a quienes deciden cambiar su dieta, sino que también puede motivar a quienes los rodean. Un estilo de vida más sostenible es esencial para abordar la crisis climática actual.

La adopción de dietas más sostenibles puede ser un camino hacia el bienestar no solo individual, sino colectivo. Las comunidades que se comprometen a consumir menos carne pueden mejorar su salud general y contribuir a un futuro más sostenible para el planeta. Como se menciona en diversos estudios, esto puede ser un paso crucial hacia la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Reducir el consumo de carne para combatir el cambio climático

Recomendaciones para reducir el consumo de carne

  • Comienza por establecer días sin carne en tu dieta semanal.
  • Elige opciones de proteína vegetal como legumbres, nueces y granos.
  • Incluye una variedad de frutas y verduras frescas en tus comidas.
  • Infórmate sobre el origen de los productos cárnicos y opta por aquellos de producción sostenible.

Un cambio en la dieta no solo se traduce en beneficios individuales, sino que también puede influir en políticas y prácticas a gran escala. Si un número suficiente de personas comienza a optar por dietas más sostenibles, podría haber un impacto notable en la industria alimentaria y en la forma en que se producen los alimentos a nivel global. Por ello, es crucial seguir discutiendo cómo la reducción del consumo de carne para combatir el cambio climático.

Impacto de la ganadería

Vista de un paisaje de la Antártida
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