«El tiempo es una locura» es quizás la frase que describe con mayor precisión los patrones climáticos cada vez más complejos que estamos presenciando. Cada año, soportamos algunos de los veranos más calurosos registrados, pero también nos encontramos ante la amenaza de heladas, lluvias más intensas y desastres naturales cada vez más graves, como huracanes y ciclones. Durante muchos años, se ha hablado de temperaturas inusualmente cálidas en el Atlántico, que parecían permanecer constantes. Sin embargo, las recientes observaciones realizadas por los científicos durante los últimos tres meses revelan una tendencia sorprendente: el Atlántico en realidad se está enfriando.
En este artículo vamos a contarte qué consecuencias tiene el enfriamiento del Atlántico inminente.
El enigma que rodea el rápido enfriamiento del Atlántico
El océano Atlántico, considerado como uno de los cuerpos de agua más observados e investigados del planeta, permite detectar incluso los cambios más pequeños con relativa sencillez. En consecuencia, las alarmantes fluctuaciones récord plantean inquietudes dentro de la comunidad científica, ya que estas alteraciones podrían afectar profundamente no solo a los sistemas climáticos globales, sino también a la frecuencia y gravedad de fenómenos meteorológicos como los huracanes. Se trata de una tendencia en desarrollo, similar a la de una «Niña del Atlántico».
A lo largo de la historia, se ha observado que el calentamiento global afecta directamente a los océanos, lo que lleva a un aumento de las temperaturas de las aguas superficiales, una tendencia que ya se había previsto. En cambio, el Atlántico está desafiando este patrón. En lugar de calentarse de forma persistente, regiones específicas del océano están experimentando una preocupante tendencia al enfriamiento, un fenómeno que sigue siendo en gran medida inexplicable para los científicos.
El Atlántico Norte es una de las regiones más afectadas por esta tendencia al enfriamiento, con importantes descensos de temperatura observados en los últimos años. Aunque algunas teorías proponen que las alteraciones en las corrientes oceánicas, la circulación del agua o incluso el derretimiento de Groenlandia pueden estar contribuyendo a este fenómeno, todavía no se ha llegado a un acuerdo definitivo. No obstante, el problema más acuciante es que, como señala Pedro DiNezio de la Universidad de Colorado en Boulder, este cambio de temperatura también ha comenzado a hacerse evidente en el Atlántico ecuatorial (los trópicos) desde mayo.
Aunque el cambio de temperatura media general es evidente, una zona específica de creciente preocupación es una delgada franja a lo largo del Ecuador, cerca de la costa africana. Cabe destacar que esta región ha experimentado la transición más rápida jamás documentada. El enfriamiento estival de estas aguas es resultado de los vientos alisios que soplan hacia el oeste, que suelen fortalecerse durante este tiempo a medida que una estrecha banda de tormentas tropicales se desplaza hacia el norte. El calor del océano se disipa parcialmente a través de la interacción de estos vientos con el agua.
Afección al clima global
El clima global se ve notablemente afectado, en particular en la formación de huracanes. Estas tormentas obtienen su energía del calor del océano, lo que significa que las variaciones en las temperaturas de las aguas superficiales pueden influir en gran medida en su comportamiento. Un Atlántico más frío puede disminuir la energía accesible a los huracanes, lo que da lugar a tormentas de menor intensidad. Sin embargo, este resultado no está garantizado, ya que otros elementos, incluidos los cambios en los patrones de viento y los niveles de humedad, también son vitales en el desarrollo de estos fenómenos meteorológicos.
Además, una caída en la temperatura del Atlántico puede tener efectos de largo alcance en el clima global. Como componente crucial de la circulación termohalina, el océano Atlántico funciona como un sistema masivo de distribución de calor en todo el mundo. Si el Atlántico se enfría, esta circulación podría verse alterada, lo que influiría en los patrones climáticos en Europa, América del Norte y varias otras regiones. En consecuencia, algunas áreas podrían enfrentar inviernos más duros, mientras que otras podrían ver condiciones de verano más cálidas o secas.
La única inferencia que se puede hacer es que, mientras que un La Niña del Pacífico generalmente se correlaciona con condiciones áridas en el oeste de los Estados Unidos y un aumento de las precipitaciones en el este de África, es probable que un La Niña del Atlántico reduzca las precipitaciones en la región del Sahel de África y las aumente en ciertas áreas de Brasil. Sin embargo, hay motivos para el optimismo de que la existencia de un La Niña del Atlántico podría posponer la aparición de un La Niña del Pacífico, atenuando así sus impactos de enfriamiento global.
Impactos en las Islas Baleares
Ha surgido una gran preocupación dentro de la comunidad científica con respecto al posible colapso de la Corriente del Golfo, como se destaca en un estudio publicado en la revista Science Advances. El catedrático de Física de la Tierra de la Universitat de les Illes Balears (UIB) y director del Laboratorio Interdisciplinario de Cambio Climático (LINCC), Damià Gomis, ha analizado las posibles implicaciones de este fenómeno para las Islas Baleares.
Una reducción de las corrientes atlánticas provocaría un enfriamiento en toda Europa, aunque los efectos variarían entre las regiones del norte y del Mediterráneo. En Escandinavia, las temperaturas invernales podrían caer hasta 30ºC (aproximadamente 10ºC durante el verano), mientras que en el Mediterráneo se produciría un descenso invernal del 3-4ºC y un descenso en verano de 1-2ºC.
Es fundamental reconocer que el enfriamiento observado es enteramente atribuible al colapso de la AMOC y debe considerarse junto con el calentamiento global resultante del aumento de los niveles de CO2 atmosférico. Para el Mediterráneo y las Islas Baleares, el efecto global podría acercarse a cero, dependiendo de la trayectoria de emisiones de gases de efecto invernadero adoptada en el futuro.
Alteraciones notables en las precipitaciones
En cuanto a las precipitaciones, un colapso de la AMOC provocaría alteraciones sustanciales en sus patrones. En Europa, esto significaría una reducción del 10% durante el invierno y del 30% en verano.
Para concluir, las Islas Baleares se enfrentarían a efectos considerables del colapso de la Corriente del Golfo, incluyendo un descenso de las temperaturas invernales y alteraciones en los patrones de lluvia. El efecto global del enfriamiento resultante del fracaso de la AMOC, junto con el calentamiento global, dependerá del escenario de emisiones de gases de efecto invernadero.
Estudios anteriores habían advertido sobre la posibilidad de un colapso de la AMOC, estimándose que podría ocurrir entre 2025 y 2095. Sin embargo, el nuevo estudio de los investigadores de Utrecht es el primero en revelar la presencia de un punto de no retorno; superar este umbral haría inevitable el colapso del sistema.
La probabilidad de llegar a este punto crucial entre 2025 y 2095 se estima en un 95%, lo que es significativamente mayor que las predicciones realizadas en los informes del IPCC. Además, el estudio indica que el colapso podría ocurrir antes de lo previsto, lo que resultaría en un efecto climático gradual que se reflejaría en un descenso de la temperatura en el norte de Europa.
Espero que con esta información puedan conocer más sobre qué consecuencias tiene el enfriamiento del Atlántico inminente.