Cuándo hablamos de tormentas solares, hay una fecha que para algunos puede venir a la mente. Finales de agosto, el día 28 de 1859, la mayor tormenta solar registrada. En su máximo pico de intensidad, que fue entre el día 1 y 2 de septiembre, provocó el fallo de los sistemas de telégrafo en toda Europa y América del Norte. Éste suceso, fue bautizado con el nombre de evento Carrington, por el astrónomo inglés Richard Carrington. La magnitud fue tan fuerte, que incluso se pudieron apreciar auroras boreales en ciudades como Roma y Madrid de latitud media, y de latitud baja como La Habana o las islas Hawái.
La tormenta solar provocó además, cortocircuitos y fuegos en las recientes instalaciones de los cables de telégrafo. Hablando de que la cantidad de problemas que acarreó el fenómeno hace poco más de 150 años, cuándo no había el nivel tecnológico actual, es fácil predecir que en una sociedad tan vinculada a las telecomunicaciones, las consecuencias serían mucho más graves. La dependencia que tenemos actualmente de toda la infraestructura de redes es más alta.
¿Qué son las tormentas solares?
A grosos modo, se llama tormenta solar a las llamaradas que desprende el Sol hacia nuestro planeta. En el caso de 1859, que es al que estamos comparando en el artículo, unas manchas previas aparecieron en el Sol frente a nuestro planeta. No se trata de tener puntería y que nos dé, la magnitud que ocupa cuándo nos llega puede abarcar hasta 50 millones de km. Más o menos la tercera parte de la distancia que hay entre el Sol y la Tierra.
La eyección de materia coronal, las llamaradas, tardaron entre 40 y 60 horas en llegar a nuestro planeta. La gran mayoría es cierto que ocurren de forma común e inofensiva, dejándonos espectáculos como las famosas auroras boreales. Muy de vez en cuándo son más fuertes y se conocen como EMP (en inglés, pulso electromagnético). Pueden dañar muchas de nuestras modernas estructuras. Teléfono, radio, redes, internet, etc.
Provocaría una catástrofe a nivel global
La magnitud de un evento como el ocurrido en 1859 provocaría cuantiosos daños en satélites, redes y sistemas eléctricos, e incluso en plantas generadoras de electricidad. Podemos observar otras tormentas de considerable magnitud, aunque lejos de las que se vivió en aquél entonces. Los daños que han provocado éstas más «leves», podemos verlos reflejados en satélites como la ANIK E1 y E2. Ambos de telecomunicaciones que resultaron dañados en 1994. Otro ejemplo en el 1997 en el Telstar 401. Ambos casos erosionados por los rayos cósmicos en sus paneles solares.
Actualmente ya se diseñan los satélites teniendo en cuenta las condiciones «meteorológicas espaciales», y aunque sus corazas son más fuertes, sus sistemas eléctricos siguen siendo débiles. Las consecuencias de tales fallos podemos verlos reflejados en 1994. Ambos satélites de telecomunicación originaron números problemas en las señales. Afectando a redes de comunicación, televisión, periódicos y canales de radio en Canadá.
En 1989, una tormenta menos intensa que la del 1859, provocó que la planta hidroeléctrica de Quebec en Canadá, estuviera inoperativa durante más de 9 horas. Los daños y pérdidas de ingresos se estimaron en cientos de millones de dólares.
¿Cómo sería?
Una de las principales cosas que provocaría sería que fundirían las bobinas de la distribución de la energía. Eso de entrada provocaría grandes y extensos apagones hasta ser reparadas. Los sistemas de distribución de agua, que son controlados electrónicamente también se verían afectados.
Internet, señales de GPS, telefonía, tendrían gran probabilidad de verse afectados y quebrados. El tráfico aéreo debería ser interrumpido. Los hogares quedarían sin conexión a las redes, y eso llevaría a una desinformación. Dependiendo de la magnitud y del número de satélites y estructuras afectadas, el daño podría durar desde unos días a semanas o meses. Hay quién vaticina que las consecuencias podrían incluso durar años. Pero poco a poco se iría restableciendo toda la red.
La gran cuestión es, cómo reaccionaríamos nosotros como civilización ante éste fenómeno. Al perder toda nuestra estructura digital, nos dejaría muy desamparados en cuánto a buscar soluciones también. De manera que una gran tormenta solar, podemos decir que nos dejaría paralizados en un principio. Poco a poco con el tiempo las cosas irían volviendo cada vez más a la normalidad.
Han habido movimiento por parte de países, como el famoso proyecto de Obama cuándo era presidente en USA. Se instaba a tomar medidas para éste tipo de fenómeno. No por que creyera que pudiera pasar, sino para que en el caso que ocurriera, no ver a su país sumido en el caos.