Hasta el desierto más inhóspito puede dar la más maravillosa sorpresa. Y es que, después de la tormenta, siempre regresa la calma o, mejor dicho, la vida. Un ejemplo de ello es el desierto del sudeste de California. Allí, tras haber pasado cinco años de sequía, las lluvias de este pasado invierno han hecho que las flores se adueñen del paisaje.
Pero es que además, lo han hecho de una forma espectacular. Normalmente, siempre hay alguna planta que se anima a florecer incluso aunque las condiciones no sea muy favorables; sin embargo, esta vez miles y miles de flores alegran el desierto del sudeste del estado.
Las semillas de los desiertos cálidos necesitan calor, una tierra muy arenosa y un poco de agua para germinar. Sin embargo, en estos lugares las nunca se puede saber cuándo va a llover lo suficiente para que las plantas resurjan. Pero los seres vegetales han desarrollado una medida de adaptación sorprendente: una vez que las flores son polinizadas, el embrión puede estar en estado latente durante mucho tiempo, ya que la cáscara que la protege suele ser muy dura.
Eso sí, en cuanto caen las primeras gotas, las semillas no dudan en germinar para aprovechar al máximo el preciado líquido que les ayudará a completar su ciclo vital, que es lo que ha ocurrido en California.
Las precipitaciones iban siendo escasas en los últimos tiempos, pero en invierno 2016/2017 cayó más del doble de lo que llevaba cayendo. Tal y como puedes ver en la imagen superior, en el desierto Anza Borrego la precipitación media de invierno es apenas de 36ml, pero la última batió los récords de los últimos tiempos acabando así, al menos momentáneamente, con la sequía.
Las fotos son realmente bellas, ¿no te parece?