Las peores inundaciones de la historia de España: crónica de desastres y sus huellas

  • España ha sufrido históricamente graves inundaciones por causas climáticas y humanas
  • Las DANAs y gotas frías son responsables de los episodios más mortíferos y destructivos
  • Las catástrofes más graves impulsaron avances en ingeniería, prevención y cultura de seguridad

Imagen genérica de grandes inundaciones en España

Las catástrofes naturales caracterizadas por la furia del agua han dejado una huella imborrable en España, marcando épocas y forjando la identidad de ciudades y regiones. Desde hace siglos, los episodios de lluvias torrenciales y desbordamientos han retado a la capacidad humana para anticipar y responder ante desastres. Cada nueva inundación que asola una comarca revive viejas heridas y genera nuevos relatos de supervivencia, solidaridad y resignación. Este recorrido te invita a descubrir en profundidad los episodios más graves de inundaciones que han golpeado nuestro país, desde los tiempos medievales hasta los dramáticos sucesos del presente siglo.

El clima mediterráneo, la ubicación geográfica, la acción humana y los extremos del tiempo atmosférico han tejido una historia de crecidas, riadas y DANAS que han cambiado la vida de miles de familias a lo largo de los siglos. Profundizar en estos acontecimientos no solo ayuda a comprender el alcance de cada calamidad, sino que también aportan claves sobre cómo la sociedad española ha evolucionado frente a la amenaza constante del agua.

¿Por qué son tan frecuentes las inundaciones en España?

España, especialmente en su vertiente mediterránea y sur peninsular, es muy propensa a episodios de lluvias intensas que desembocan en inundaciones graves. Hay varias causas naturales y humanas que explican esta vulnerabilidad:

  • El clima mediterráneo alterna largos periodos secos con lluvias repentinas, normalmente en otoño, que pueden acumular en muy poco tiempo la cantidad de agua de todo un año.
  • La geografía y la orografía favorecen que los ríos y ramblas recorran fuertes pendientes en poco espacio, desembocando en áreas densamente pobladas.
  • La urbanización acelerada y la ocupación de zonas de alto riesgo (ramblas, vegas y llanuras de inundación) impiden la absorción natural del agua y aumentan los daños cuando llegan las riadas.
  • El cambio climático agrava el problema, haciendo más frecuentes los fenómenos extremos y elevando la incertidumbre sobre su intensidad y localización.

Este cóctel de factores explica que gran parte de la historia y la planificación territorial española haya girado en torno al temor y la gestión de las inundaciones. La devastación de cultivos, infraestructuras y viviendas, así como la pérdida de vidas humanas, han condicionado la cultura y el desarrollo de muchas regiones.

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¿Qué es una DANA y por qué está en el origen de tantas tragedias hídricas?

La Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), también llamada popularmente gota fría, es un fenómeno meteorológico responsable de muchos de los peores episodios de inundaciones en la España contemporánea. Se produce cuando una masa de aire muy frío queda aislada en las capas altas de la atmósfera y entra en contacto con aire cálido y húmedo próximo al suelo, a menudo potenciado por las altas temperaturas del mar Mediterráneo.

La interacción de estas masas de aire puede generar tormentas de enorme virulencia y precipitaciones intensísimas en apenas unas horas. Las DANAs se localizan con mayor asiduidad durante los meses de septiembre y octubre, coincidiendo con el fin del verano y el calor acumulado en el mar.

En otoño, cuando una DANA se sitúa sobre el sureste peninsular o el arco mediterráneo, casi siempre provoca avisos meteorológicos extremos y, en más de una ocasión, ha desencadenado algunas de las catástrofes más mortíferas de la historia hidrológica española.

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Un repaso exhaustivo por las inundaciones más graves: crónica y consecuencias

El listado de inundaciones catastróficas es tan extenso como diversa es la geografía española. Los archivos históricos, la memoria popular y los registros oficiales permiten reconstruir los capítulos más dramáticos, desde la Edad Media hasta la actualidad. En este apartado se ordenan cronológicamente los sucesos más relevantes, integrando datos precisos sobre víctimas mortales, daños materiales y contextos meteorológicos.

De la Edad Media a la Modernidad: los primeros desastres fluviales documentados

Las primeras grandes inundaciones recogidas en los tratados históricos y archivos documentales nos trasladan a los siglos XVI y XVII. Algunas de las más reseñables fueron:

  • Gran diluvio de 1259: El Segura y el Guadalentín se desbordaron, devastando la huerta murciana y destruyendo la infraestructura hidráulica de la época, como la Contraparada.
  • Riada de Salamanca, 1626: El 26 de enero, el desbordamiento del río Tormes en Salamanca causó la muerte de 142 personas y la destrucción de varias infraestructuras históricas, entre ellas el emblemático Puente Romano, que perdió diez de sus arcos.
  • Siglos XVI-XVIII: Los bancos históricos conservan decenas de referencias a avenidas del Segura, Guadalentín, Argos, Mula, Quípar y otras cuencas. Muchas de estas riadas terminaron por asolar barrios, pueblos enteros y grandes extensiones agrícolas. Algunos capítulos destacan por el número de casas derruidas o la magnitud de las pérdidas.
  • Riada de San Calixto (1651): Gran inundación en Murcia, con más de 1.000 casas destruidas y más de 1.000 fallecidos, tras el desbordamiento simultáneo de Guadalentín, Segura, Mula y Lorca.
  • Riada de San Severo (1653): Otra tragedia en Murcia y Lorca, valorada como peor incluso que la anterior, con mil muertos y dos mil casas arruinadas.
  • Riada de Santa Teresa (1879): Una de las mayores riadas del siglo XIX, arrasó Murcia y Orihuela, causó la muerte de cerca de 1.000 personas (aunque las cifras varían entre fuentes), destruyó decenas de miles de viviendas y arruinó cosechas y ganados.

Estos episodios, con narraciones detalladas de los estragos, motivaron los primeros planes de defensa hidráulica y la construcción de infraestructuras para minimizar daños en posteriores avenidas.

El siglo XIX y la consolidación de los registros históricos

El siglo XIX fue particularmente destructivo en términos de riadas e inundaciones, con los archivos regionales y los cronistas de la época documentando con precisión los daños y las víctimas. Algunos de los eventos más sobresalientes fueron:

  • Riada de Almería, 1891: El 11 de septiembre, lluvias torrenciales causaron una crecida repentina que arrasó la rambla de Almería y otras zonas del sureste, con más de un centenar de fallecidos y una destrucción prácticamente total de cultivos y puentes en la provincia.
  • Riada de San Jacinto, 1891: Graves inundaciones en la cuenca del Guadalentín, con importantes daños materiales y humanos, afectando especialmente a núcleos agrícolas del sur.
  • Inundación de Lorca, 1802: La rotura de la presa del pantano de Puentes dejó más de 600 muertos y arrasó viviendas y cultivos.
  • Riada de San Amos, 1894: Intensas lluvias en la cuenca del Segura entre marzo y abril, con avenidas que rompieron diques y puentes y dejaron bajo el agua extensas zonas agrícolas entre Murcia y Orihuela.
  • Repetidas avenidas en el Segura: El siglo XIX estuvo marcado por episodios de lluvias que, en muchos casos, arrasaban con la frágil economía agrícola y la escasa infraestructura de defensa contra el agua.

El siglo XX: tragedias documentadas y el inicio de la ingeniería de defensa

Con el avance de la meteorología y la ingeniería, el siglo XX estuvo igualmente marcado por episodios catastróficos, pero también significó el comienzo de la adopción de medidas para proteger poblaciones y reducir víctimas. Sin embargo, la frecuencia e intensidad de las inundaciones siguió siendo alarmante.

El desastre de Valencia de 1957: un antes y un después

Imagen de grandes inundaciones recientes en España

La gran riada de Valencia, el 14 de octubre de 1957, es uno de los episodios más recordados de la historia de las inundaciones en España. Las precipitaciones torrenciales desbordaron el Turia y anegaron la capital valenciana con hasta cinco metros de agua en algunas zonas. El balance fue devastador: 81 fallecidos, miles de personas damnificadas y el centro de la ciudad sumido en el lodo, el caos y la destrucción material.

La magnitud del desastre obligó a repensar el urbanismo de Valencia y, tras el drama, se impulsó el famoso Plan Sur, que desvió el cauce del Turia para alejarlo del núcleo urbano y evitar catástrofes similares en el futuro. Este proyecto marcó un hito en la ingeniería civil y la gestión de riesgos hidrológicos urbanas en España.

La riada del Vallés en 1962: la peor catástrofe natural moderna

La comarca del Vallés, en Barcelona, fue testigo de la inundación más mortífera en la España contemporánea. El 25 de septiembre de 1962, una DANA generó lluvias torrenciales que llegaron a superar los 250 litros por metro cuadrado en apenas unas horas. La crecida repentina de los ríos Llobregat y Besós arrasó municipios enteros, como Tarrasa, Rubí, Sabadell, Sant Quirze del Vallès y Cerdanyola.

El saldo de víctimas es incierto, pues los conteos oficiales y las cifras recogidas en prensa varían. Los datos oscilan entre 600 y 1.000 fallecidos, lo que convierte esta riada en la mayor tragedia hidrológica de la historia reciente de España. A los muertos se suman miles de heridos, familias que lo perdieron todo y un balance económico que alcanza varios miles de millones de pesetas de la época.

La tragedia hidráulica de Murcia y Orihuela en 1879 y 1973

La cuenca del Segura y del Guadalentín ha sido históricamente una de las más castigadas por las lluvias intensas. Dos episodios destacan especialmente por su gravedad y consecuencias sociales:

  • Riada de Santa Teresa (1879): ya mencionada, es considerada la peor tragedia documentada en Murcia y Orihuela, con estimaciones que superan los 1.000 muertos, miles de viviendas arrasadas y la práctica desaparición de cultivos y ganado.
  • Riada del 19 de octubre de 1973: afectó especialmente a Granada, Murcia, Almería y Alicante. Se recogieron hasta 600 litros por metro cuadrado en algunos puntos, como Zúrgena (Almería) y Albuñol (Granada). Municipios como Puerto Lumbreras quedaron completamente arrasados, con centenares de muertos y decenas de desaparecidos.

Estos episodios desarrollaron el protocolo de emergencias y el inicio de la planificación hidrológica moderna, pero también evidenciaron la enorme vulnerabilidad de muchas zonas rurales y agrícolas.

La rotura de la presa de Tous (1982): la ‘pantanada’ que lo arrasó todo

El 20 de octubre de 1982, tras días de lluvia torrencial, la presa de Tous en el Júcar reventó, liberando un caudal incontrolable que arrasó poblaciones y cultivos en la Ribera valenciana. Las cifras oficiales hablan de 30 a 40 fallecidos, aunque el impacto en términos de infraestructuras y economía fue colosal. El Papa Juan Pablo II, entonces de visita en España, acudió a las zonas afectadas para celebrar un emotivo acto de solidaridad.

La ‘pantanada’ de Tous es el ejemplo paradigmático de lo que ocurre cuando la combinación de lluvias extremas y deficiencias en la ingeniería o gestión de presa desencadenan una catástrofe sin precedentes.

El camping de Biescas (1996): la tragedia de unas vacaciones truncadas

El 7 de agosto de 1996, una tormenta fortísima en el Pirineo oscense provocó una riada repentina en el barranco de Arás, arrasando por completo el camping Las Nieves. La ola de agua, barro y piedras arrastró árboles, vehículos y tiendas, hasta causar la muerte de 87 personas y el herido de cerca de 200 más.

El suceso conmocionó a la sociedad española y supuso el replanteamiento de la legislación y los protocolos de seguridad en campings y áreas de recreo situadas en zonas inundables.

Otros episodios notables del siglo XX: riadas, DANAs y catástrofes locales

  • Riada de Málaga, 1907: Una avalancha de agua y barro, tras lluvias intensas en la cuenca del Guadalmedina, dejó 21 muertos en la ciudad.
  • Presa de Vega de Tera, 1959: El colapso repentino de esta presa en Ribadelago (Zamora) dejó más de 140 víctimas mortales y el arrasamiento del pueblo entero.
  • Inundaciones de Bilbao, 1983: El desbordamiento de la ría de Nervión alcanzó los cinco metros de altura en pleno centro de la ciudad, con 34 muertos y decenas de desaparecidos.
  • Riada de Albuñol y Gandía, 1987: DANAs en la Comunidad Valenciana dejaron lluvias extremas y los mayores registros históricos en varias localidades.

El siglo XXI: nuevas catástrofes y el reto persistente de las DANAs

Lejos de remitir, el riesgo y la virulencia de las inundaciones han aumentado en las dos últimas décadas, especialmente debido al cambio climático y la urbanización descontrolada. Recorremos los casos más representativos:

Mallorca, octubre de 2018: devastación en Sant Llorenç y comarca

El 9 de octubre de 2018, una DANA arrojó 220 litros por metro cuadrado en unas pocas horas sobre el Levante mallorquín. El resultado fue una riada que arrasó localidades como Sant Llorenç des Cardassar, cobrándose la vida de 13 personas. La imagen de Rafael Nadal, vecino de la zona, achicando agua junto a los afectados dio la vuelta al mundo.

Borrasca Gloria, enero de 2020: múltiples riesgos y trece muertos

Entre el 19 y el 20 de enero de 2020, la borrasca Gloria trajo lluvias torrenciales, viento huracanado y nieve, especialmente a las provincias de Alicante y Valencia. Hubo 13 víctimas mortales, muchos daños en cultivos e infraestructuras costeras y la declaración de nivel rojo en varias regiones.

DANA de septiembre de 2019: la ‘Riada de Santa María’

En septiembre de 2019, una DANA extraordinaria asoló comunidades mediterráneas, con registros históricos de precipitación en Orihuela (520,8 mm), Jacarilla (396,4 mm) o Albujón (308,7 mm). Hubo 8 fallecidos, miles de evacuados y daños de tal magnitud que la reconstrucción aún continúa en algunos municipios.

La DANA de octubre de 2024: récord de víctimas y precipitación en la historia reciente

El 29 de octubre de 2024 será recordado como el episodio de inundaciones más severo de la historia de España en pleno siglo XXI. Una DANA de características extraordinarias descargó lluvias de intensidad récord, llegando a 770 mm en Turís (Valencia) en menos de cinco horas, y valores superiores a 500 litros por metro cuadrado en numerosas localidades del Levante.

En este suceso se calcula que más de 220 personas fallecieron en todo el arco mediterráneo, especialmente en Valencia, Murcia, Cuenca y Albacete. Se produjeron desbordamientos masivos, infraestructuras colapsadas, carreteras intransitables y decenas de poblaciones quedaron aisladas. Miles de ciudadanos tuvieron que ser evacuados, muchos de ellos tras pasar la noche en los techos de coches y viviendas.

A nivel de impacto económico, las pérdidas han sido valoradas en más de 13.000 millones de euros, convirtiendo este episodio en la catástrofe natural más costosa de la historia nacional.

Otros episodios del siglo XXI

  • Inundaciones del Levante, 2016: Entre el 16 y el 19 de diciembre, lluvias superiores a 600 litros por metro cuadrado provocaron muertes y daños graves en la Comunidad Valenciana, Murcia, Almería y Baleares.
  • Repetidas DANAs en la cuenca del Segura: Han generado grandes avenidas, daños millonarios y decenas de evacuados en Murcia, Albacete y Alicante.
  • Biescas, 1996: Aunque ya citado, sigue siendo un ejemplo en reformas preventivas ante crecidas en zonas de montaña.
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El impacto social, económico y ambiental de las grandes inundaciones

Las inundaciones en España producen efectos que trascienden lo material y lo inmediato. Además de las vidas humanas, se afectan:

  • Infraestructuras críticas (puentes, carreteras, redes eléctricas, vías férreas y sistemas de agua).
  • El desplazamiento de familias, con impactos psicológicos y sociales duraderos.
  • Pérdidas en agricultura y ganadería, afectando la economía local y la seguridad alimentaria.
  • Impactos ecológicos sobre suelos, acuíferos, erosión y ecosistemas fluviales y costeros.

Las zonas rurales, periféricas y barriadas en vegas y ramblas son las más vulnerables, pues la precariedad agrava su vulnerabilidad ante las inundaciones. Por ello, la prevención, la educación y la gestión del riesgo son clave para reducir el impacto y salvar vidas.

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Lecciones aprendidas: ingeniería, coordinación y cultura de la prevención

La historia demuestra la necesidad de mejorar en la ingeniería hídrica y en la respuesta social frente a las inundaciones. Tras cada desastre, se han impulsado:

  • Obras de defensa hidráulica: Encauzamientos, presas, azudes, sistemas de drenaje y canales de derivación.
  • Planes de emergencia y alerta temprana: Predicción, protocolos, simulacros y mejor coordinación interinstitucional.
  • Regulación urbanística y planes territoriales: Prohibiciones en cauces, promoción de espacios inundables y cultura de autoprotección.
  • Seguros y compensaciones: El papel del Consorcio de Seguros ayuda a la reconstrucción y mitiga daños económicos.

Sin embargo, el cambio climático, el crecimiento urbano desordenado y las deficiencias en infraestructuras dificultan estos avances y mantienen a muchas comunidades en situación de vulnerabilidad.

Testimonios y relatos: la dimensión humana de las tragedias hídricas

Detrás de cada estadística hay historias de sufrimiento, solidaridad y recuperación. Ejemplos son:

  • Las labores heroicas de bomberos, UME y cuerpos de seguridad en rescates y evacuaciones.
  • Personas atrapadas en tejados, agricultores perdiendo cosechas en minutos y familias en refugios temporales o en sus vehículos.
  • Pueblos como Ribadelago o Puerto Lumbreras que, tras quedar sumidos en agua, han sabido resurgir gracias al esfuerzo colectivo.
  • La creación de parques inundables, como el cauce nuevo del Turia en Valencia, que combina protección y espacios verdes.

Perspectivas y retos futuros

Las inundaciones en España seguirán siendo un desafío importante. La memoria del pasado, el avance científico y las infraestructuras han salvado vidas y reducido daños, pero persisten riesgos: la imprevisibilidad del clima, la vulnerabilidad de muchas áreas y la magnitud de las DANAs y lluvias extremas. La clave está en seguir evolucionando en prevención, educación y adaptación en un entorno cambiante.


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