China ha puesto en servicio una turbina eólica marina de 20 MW en aguas próximas a Hainan, un hito que consolida al país como potencia en eólica offshore y eleva el listón tecnológico del sector.
El proyecto, desarrollado por Mingyang Smart Energy, destaca por su tamaño inédito y por los primeros indicios de que su funcionamiento está generando cambios medibles en el microclima cercano, un asunto que ya estudian equipos de investigación.
Un gigante frente a Hainan
Con 242 metros de altura total y palas de 128 metros (diámetro de rotor en torno a 256 m), el aerogenerador capta vientos marinos constantes en el mar de China Meridional, cerca de la provincia de Hainan.
La unidad, perteneciente a la plataforma 18.X–20 MW del fabricante, está diseñada para entornos de viento medio-alto y exposición a tifones, con tolerancias publicitadas de hasta 79,8 m/s en ráfaga.
Según los datos divulgados por la compañía, su aportación energética permitiría abastecer al año aproximadamente a 96.000 viviendas, concentrando en una sola máquina la producción de varios aerogeneradores convencionales.
Más energía con menos máquinas
La escalada de potencia tiene un efecto directo en el despliegue: a igual producción, hacen falta menos turbinas, lo que reduce cimentaciones, corredores de cableado y ciertas interferencias en el espacio marino.
Este enfoque puede traducirse en mayor eficiencia operativa y ahorros en costes a escala de parque, siempre que se gestione de forma adecuada la logística, el mantenimiento y la disponibilidad.
El microclima entra en escena
Las primeras mediciones apuntan a alteraciones locales en corrientes de aire y distribución de temperaturas en el entorno inmediato de la instalación, un fenómeno conocido en eólica como “efectos de estela”.
Lo que resulta destacado en estos estudios es la magnitud de los cambios observados: al aumentar el diámetro del rotor y la altura del buje, la mezcla vertical del aire y la turbulencia asociada pueden hacerse más perceptibles a escala local.
Investigadores y técnicos señalan que es fundamental evaluar si estas variaciones podrían influir en rutas de aves, comportamiento de fauna marina o hábitats costeros, y en qué medida sería conveniente adaptar el diseño y la operación en consecuencia.
Monitorización y diseño adaptativo
Organismos y literatura especializada recomiendan realizar campañas de monitorización antes y después de la puesta en marcha, con modelización específica por emplazamiento y horizontes de 25–30 años.
El objetivo es integrar estos datos en un diseño adaptativo que optimice la producción renovable y, a la vez, minimice efectos no deseados sobre el entorno y sobre el rendimiento de otros aerogeneradores en el parque.
Resiliencia y fiabilidad como prioridad
El fabricante subraya la resistencia ante condiciones extremas propias de zonas propensas a tifones, un factor crucial para garantizar la operación continua en alta mar.
En la fase de validación, circulan referencias a pruebas exigentes y incidencias en las palas, enmarcadas dentro del proceso de demostración, recordando que el mercado valora en primer lugar la fiabilidad y el coste nivelado de la energía.
Una carrera industrial que no se detiene
El despliegue de esta unidad de 20 MW reaviva la competencia por la turbina más potente, con anuncios de prototipos que apuntan a capacidades superiores en los próximos ciclos.
Más allá del récord, los promotores enfocan su atención en disponibilidad, mantenimiento y logística para que este aumento de escala se traduzca en energía asequible, estable y con impactos ambientales controlados.
Este proyecto reafirma que China refuerza su liderazgo en eólica marina y plantea un debate relevante: aumentar la escala contribuye a acelerar la descarbonización, pero también requiere evaluar con precisión el impacto en el microclima, la biodiversidad y la operación sostenida a largo plazo para garantizar beneficios climáticos sin sorpresas.