La ralentización de la Corriente Atlántica y el papel de la corriente en chorro polar, claves en el clima del Atlántico Norte

  • Científicos vinculan el 'agujero frío' al sur de Groenlandia con la ralentización de la Corriente Atlántica, que afecta también a la corriente en chorro y el clima europeo.
  • Estudios recientes señalan que las fluctuaciones de la corriente en chorro polar ya existían antes del cambio climático actual, desafiando la idea de que el calentamiento global sea el único causante de sus ondulaciones.
  • La ralentización de la Corriente Atlántica se traduce en menores temperaturas y salinidad en el Atlántico Norte, con implicaciones en el clima y los ecosistemas marinos.
  • La alteración de estas corrientes podría provocar contrastes climáticos extremos en Europa y cambios en la frecuencia de fenómenos meteorológicos graves.

Imagen representativa de corriente oceánica y atmósfera

Durante las últimas décadas, la investigación sobre el comportamiento de las grandes corrientes oceánicas y de aire ha cobrado una importancia creciente para entender los cambios en el clima tanto en Europa como a escala global. Una de las zonas más enigmáticas es el área marina situada al sur de Groenlandia, donde desde hace más de un siglo se detecta una región de aguas inusualmente frías a pesar del calentamiento general registrado en otros puntos del Atlántico Norte. Este llamado ‘agujero frío’ ha despertado el interés y el debate de la comunidad científica, pues su presencia resulta paradójica en un contexto de cambio climático.

Un nuevo estudio señala como responsable principal de esta anomalía al debilitamiento progresivo de la Corriente Atlántica, también conocida como AMOC. Este complejo sistema de corrientes oceánicas actúa como una gigantesca cinta transportadora que desplaza agua cálida y salada desde las regiones tropicales hacia el norte, regulando así el clima y el equilibrio térmico en toda la cuenca atlántica y afectando directamente las condiciones meteorológicas de Europa.

Ralentización de la Corriente Atlántica: causas y consecuencias

Imagen descriptiva de corrientes marinas y temperaturas

El enfriamiento persistente al sur de Groenlandia se debe, según los expertos, a la llegada de un menor volumen de agua cálida y salina durante las últimas décadas. Analizando registros históricos de temperatura y salinidad, los científicos han comprobado que la AMOC lleva debilitándose más de un siglo, aunque las observaciones directas sobre su estado actual solo se remontan a los últimos veinte años. Cuando los investigadores han comparado este extenso registro de datos con casi un centenar de modelos climáticos, únicamente aquellos que contemplaban una ralentización de la Corriente Atlántica lograban replicar el enfriamiento observado en la realidad.

La repercusión de este fenómeno va mucho más allá de la propia temperatura del agua. El descenso de la salinidad y el cambio en la trayectoria de la corriente oceánica impactan en la circulación atmosférica, modificando la corriente en chorro, ese flujo de aire a gran altitud que dirige los sistemas meteorológicos y determina el tiempo en Norteamérica y Europa. Como resultado, se alteran los patrones de precipitaciones, las temperaturas extremas y, por tanto, la frecuencia de fenómenos adversos.

enfriamiento del oceano atlantico
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Corriente en chorro polar: ¿qué influye más, la naturaleza o el cambio climático?

Corriente en chorro polar y fenómenos meteorológicos extremos

Paralelamente, la atención de los climatólogos se centra desde hace años en la corriente en chorro polar, un cinturón de viento de gran altitud que regula el clima en latitudes medias y que, con sus ondulaciones, puede provocar tanto olas de frío repentinas como intensas borrascas invernales.

Varios estudios recientes, liderados por equipos estadounidenses, han utilizado aprendizaje automático para analizar los registros climáticos desde principios del siglo XX, logrando reconstruir la variabilidad natural de la corriente en chorro polar durante más de 120 años. Sorprendentemente, los resultados muestran que, a pesar del aumento de gases de efecto invernadero y la reducción del hielo ártico en las últimas décadas, la corriente en chorro ya había experimentado antes periodos de gran inestabilidad y ondulación. De hecho, durante ciertas fases del siglo pasado, fue incluso más volátil que en la actualidad.

Esto pone en duda la teoría de que el reciente caos atmosférico esté provocado únicamente por el cambio climático. Los investigadores consideran que muchos episodios extremos pueden deberse a la variabilidad natural de la corriente en chorro, mientras que el calentamiento global intensifica las tormentas y precipitaciones extremas a través de mecanismos alternativos, como la mayor retención de humedad en una atmósfera más cálida.

Impactos en Europa, América y el futuro del clima

Las variaciones en la circulación oceánica y atmosférica afectan a la distribución de especies marinas, la intensidad de las tormentas y la estabilidad de los ecosistemas costeros. Los expertos advierten que, de continuar la tendencia, podríamos asistir a una mayor diferenciación de los climas en el norte y sur de Europa: mientras que la zona septentrional podría registrar un enfriamiento acusado, las regiones meridionales experimentarían aumentos térmicos, intensificando los contrastes actuales y generando desafíos tanto para la agricultura como para la gestión de recursos hídricos.

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Asimismo, las variaciones en la circulación oceánica y atmosférica impactan en la distribución de especies marinas, la intensidad de las tormentas y la estabilidad de los ecosistemas costeros. Los científicos insisten en la importancia de continuar monitorizando estos fenómenos para anticipar las posibles consecuencias y preparar mejor a las sociedades frente a futuros escenarios de cambio.

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El estudio integrado de las grandes corrientes oceánicas y la dinámica atmosférica revela que el clima es resultado de complejas interacciones naturales, sobre las que el calentamiento global añade nuevas presiones. La importancia de la Corriente Atlántica y la corriente en chorro polar como moduladores del clima es indiscutible. Comprender su evolución y sus efectos permite avanzar hacia una mayor resiliencia ante fenómenos extremos y contribuye a la adopción de políticas más ajustadas a la realidad del sistema climático.


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