La Conselleria de Innovación, Industria, Comercio y Turismo, liderada por Marián Cano, financia a través de Ivace+i Innovación un proyecto que busca validar nuevas proteínas capaces de editar fragmentos de ADN en plantas y, con ello, elevar la resistencia de variedades clave como tomate y arroz.
Una apuesta pública por la biotecnología aplicada al campo
Con un sector agroalimentario de alto peso en la economía española y especialmente en la Comunitat Valenciana, los efectos del cambio climático obligan a aprovechar las tecnologías de mejora genética disponibles para mantener la productividad y el valor de las cosechas.
En este contexto nace CASCV, una colaboración entre la Universidad de Alicante (UA), la Universitat Politècnica de València (UPV), la spin-off del CSIC Madeinplant y la cooperativa de segundo grado Anecoop, con apoyo financiero de la Unión Europea mediante el programa FEDER Comunitat Valenciana 2021-2027. El objetivo es optimizar la tecnología de edición genética CRISPR-Cas, área en la que el equipo de la UA, dirigido por Francisco J. M. Mojica, es referente internacional.
El proyecto se alinea con las recomendaciones del Comité Estratégico de Innovación Especializado en Agroalimentación para optimizar el uso del agua de riego y desarrollar soluciones que mejoren el comportamiento de los cultivos frente a la escasez hídrica. También forma parte de los ejes de la Estrategia de Especialización Inteligente (S3) que coordina la Conselleria.
Cómo funciona y qué persigue CASCV
El desarrollo se encuentra en su primera fase: las nuevas proteínas diseñadas han mostrado actividad en células animales, pero falta demostrar su eficacia en sistemas vegetales. La meta inmediata es confirmar su capacidad de edición en plantas y, como hito tangible, obtener una línea de tomate funcional con menores necesidades de agua.
Los avances científicos y las capacidades locales permiten que empresas de la zona apliquen edición genética en distintas variedades hortofrutícolas cultivadas en la Comunitat y en todo el país. Esto abre opciones para desarrollar materiales tradicionales adaptados a las nuevas condiciones ambientales generadas por el cambio climático.
El consorcio cubre la cadena de valor completa: coordina Madeinplant, especializada en usar plantas como biofactorías para producir proteínas recombinantes y en desarrollar herramientas biotecnológicas; la UA aporta el liderazgo científico de Francisco J. M. Mojica; la UPV participa a través del investigador Jaime Prohens, director del banco de germoplasma; y Anecoop, que agrupa a más de 70 cooperativas, suma su experiencia en cultivo, gestión y mejora de variedades.
Si la validación es positiva, la herramienta estará a disposición del tejido productivo valenciano para reforzar variedades estratégicas como el frente a plagas y sequías, con beneficios potenciales para agricultores y consumidores.
El calendario será progresivo: primero, validación en planta; después, traslación a cultivos de interés y pruebas de campo en colaboración con los usuarios finales. Todo ello con una aproximación orientada a resultados medibles para el sector agroalimentario.
Con la combinación de financiación pública, conocimiento académico y participación empresarial, la Comunitat Valenciana se posiciona para explorar la edición genética como vía de defensa frente a plagas y sequías, con el foco en soluciones aplicables y en la mejora de la resiliencia de los cultivos.
