La Antártida es uno de esos lugares del planeta con una belleza fascinante, donde los científicos de todo el mundo estudian el rápido derretimiento de los icebergs y el calentamiento global. A la vez, buscan claves sobre el pasado de la humanidad que ayuden a posibles problemas en el futuro e incluso a encontrar formas de vida que sobreviven en las condiciones más extremas posibles.
Casi el 98 % del territorio de la Antártida está cubierto de hielo, y este hielo se está moviendo continuamente. Las temperaturas en este lugar del mundo pueden oscilar entre los cero grados al sur de las Shetlands y la Península Antártica y las insoportables temperaturas cerca del Polo Sur. Para comprender mejor el impacto del derretimiento de los glaciares, consulta este artículo sobre el deshielo en la Antártida.
La Antártida cuenta con un volcán activo en la zona conocida como Deception Island. En esta isla hay zonas donde el mar bulle a 100° C, mientras que en otros, el mar puede estar congelado a cero grados. Los inviernos suelen ser largos y oscuros, y el sol no suele hacer mucho acto de presencia.
Aunque te cueste creerlo, la Antártida es una zona que cuenta con la presencia de muchos turistas que vienen atraídos por la belleza de sus impresionantes paisajes. En el otro extremo de la balanza se encuentran los investigadores que, gracias al trabajo que realizan a diario en la zona, buscan soluciones a los efectos devastadores del calentamiento global en todo el planeta. La creciente actividad turística puede tener repercusiones en la biodiversidad antártica.
La Belleza de la Naturaleza Antártica
La belleza de la naturaleza en la Antártida, que alcanza su máxima expresión, es un indicador fiable de la salud del planeta. La degradación medioambiental va paralela a la destrucción de entornos bellos. Lamentablemente, tenemos muchos ejemplos en la Tierra –cada vez más– donde es perceptible el deterioro al que estamos sometiendo el medio natural. El cambio climático acelera ese proceso degenerativo, lo que debería hacernos reflexionar sobre la deriva que está tomando nuestra sociedad tecnológica y tomar de una vez cartas en el asunto.
Sin embargo, la Antártida todavía no está sufriendo esa degradación acelerada, pero su belleza está amenazada. En la portada de la edición en español de la revista National Geographic del pasado mes de julio aparecía un titular impactante: “Antártida. La belleza que se va”. Así se anunciaba un informe especial sobre el continente blanco, profusamente ilustrado donde se mostraban los efectos del cambio climático en la región. Para más información sobre el cambio climático en general, puedes leer el artículo sobre cómo este fenómeno afecta a la Antártida.
A diferencia de lo que está pasando en el Ártico, en la Antártida la pérdida de hielo no es tan evidente, aunque hay lugares –principalmente de su periferia– donde empiezan a manifestarse algunos cambios que no se pueden desvincular del cambio climático. Las reiteradas roturas de plataformas de hielo o la gigantesca polinia (laguna de agua de fusión) que se formó la pasada primavera austral en la banquisa del mar de Weddell son ejemplos de esa belleza antártica amenazada.
Impacto del Calentamiento Global
La Península Antártica Occidental, la parte más septentrional del continente y una de sus regiones con mayor biodiversidad, es particularmente vulnerable a las amenazas acumulativas de la pesca comercial de krill, el turismo y el cambio climático. Según la Asociación Antártica y del Océano Polar (ASOC), la península se ha calentado dos veces más rápido que la media mundial durante la segunda mitad del siglo XX. Este aumento en la temperatura está contribuyendo a que la biodiversidad antártica se vea amenazada.
Además, el deshielo de las masas de hielo de la Antártida tendría consecuencias fatales para las corrientes oceánicas globales y llevaría a un aumento drástico del nivel del mar en todo el mundo. Este fenómeno es alarmante, especialmente cuando consideramos que el hielo que cubre el continente almacena aproximadamente el 70% del agua dulce del planeta. La inestabilidad de los glaciares es un claro ejemplo de cómo el calentamiento global puede comprometer nuestra agua dulce.
Otra gran amenaza para la biodiversidad en la península es la pesca comercial del krill antártico, un pequeño crustáceo que es la piedra angular de la vida en esta región. El krill es la base de la cadena alimentaria en la Antártida, alimentando a ballenas, peces, calamares, focas y pingüinos Adelia y papúa. Sin embargo, a medida que la capa de hielo marino disminuye, más barcos de pesca industrial invaden las zonas de alimentación de estos depredadores naturales, compitiendo efectivamente con ellos por el krill.
Turismo y su Impacto
La península es también la parte más visitada de la Antártida, debido a su fácil acceso, su espectacular belleza, su impresionante vida salvaje y sus ricos ecosistemas marinos. Sin embargo, el número de turistas se ha duplicado en la última década, aumentando el riesgo de introducir especies invasoras que viajan en el equipo de los turistas. En la temporada 2009-10, aproximadamente 33.000 pasajeros de cruceros visitaron la región, cifra que se elevó a más de 74.000 el año pasado. Esto implica una creciente presión sobre la biodiversidad, lo que refuerza la necesidad de regulaciones más estrictas, como las mencionadas en el artículo sobre volcanes en la Antártida.
La expansión de la infraestructura para dar cabida a los científicos y la investigación, como edificios, carreteras, almacenamiento de combustible y pistas de aterrizaje, también representa una amenaza, ya que puede desplazar la biodiversidad antártica local. Dieciocho países tienen instalaciones científicas en la Península Antártica, que cuenta con 19 bases de investigación permanentes y 30 estacionales.
Iniciativas de Protección
Para salvar la Península Antártica, uno de los pasos críticos es proteger sus aguas y su fuente de vida: el krill antártico. Esto se puede hacer mediante el establecimiento de un área marina protegida (AMP) en la región, que limitaría o prohibiría actividades humanas como la pesca comercial. En 2018, se propuso por primera vez una AMP alrededor de la península, cubriendo 670.000 kilómetros cuadrados.
El AMP propuesto representa un equilibrio entre la protección del medio ambiente y los intereses comerciales. El área se dividiría en dos zonas: una zona de protección general que cubre el 60% del AMP, diseñada para proteger diferentes hábitats y vida silvestre clave, y una zona de pesca de kril que mantiene abiertas algunas áreas de pesca. Sin embargo, la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos aún no ha llegado a un acuerdo sobre este proyecto, y los retrasos podrían ser desastrosos para la biodiversidad de la región. Las decisiones son cruciales, como se resalta en el artículo sobre los peligros del cambio climático.
Desde la 41 Conferencia de la Comisión Antártica, se ha insistido en la necesidad de una regulación más estricta de la pesca del krill, cuyo número ha disminuido drásticamente en los últimos años. Este pequeño crustáceo no solo es crucial para la cadena alimentaria, sino que también es muy demandado en industrias como la cosmética y farmacéutica. De él se extrae un aceite rico en nutrientes y se elaboran suplementos alimenticios con ácidos grasos omega-3.
La belleza única de la Antártida está en peligro, y con ella, toda la Tierra, ya que los hábitats del planeta están interconectados. Una regulación efectiva de las actividades humanas en esta región es fundamental para conservar su biodiversidad y asegurar el equilibrio ecológico del planeta. La lucha para preservar este ecosistema frágil debe ser una prioridad global.
Las decisiones que se tomen hoy influirán en el futuro de la Antártida y en la salud del planeta. Debemos actuar ahora para proteger no solo la Antártida, sino también el patrimonio natural de toda la humanidad. Conservar la Antártida es una responsabilidad que debe ser asumida por todos.