El archipiélago de Kiribati, situado en la zona central oeste del océano Pacífico, al noreste de Australia, enfrenta una grave crisis climática que podría llevar a su desaparición debido al aumento del nivel del mar. Las islas que lo componen se encuentran a una altitud promedio de menos de 2 metros sobre el nivel del mar, lo que las hace extremadamente vulnerables a las inundaciones y otros fenómenos climáticos extremos.
Este paraíso tropical, donde habitan aproximadamente 110.470 personas, podría quedar sumergido antes de que finalice el siglo XXI, a menos que se implementen medidas efectivas para mitigar el impacto del cambio climático. A medida que el cambio climático avanza, es vital estudiar las ciudades que podrían desaparecer debido a sus efectos.
Las inundaciones son cada vez más frecuentes en Kiribati, lo que se debe a que los diques existentes ya no pueden resistir el embate de las olas. Este problema se agrava por el deshielo en los polos, un fenómeno que amenaza a todas las comunidades costeras alrededor del mundo, y en particular a los residentes de Kiribati, cuyo gobierno ha tomado medidas drásticas, como la adquisición de la isla fijiana de Vanua Levu, como una posible solución para el reasentamiento de la población. La situación actual de Kiribati refleja las vivencias de otros países que enfrentan el cambio climático.
Para enfrentar esta crisis, Kiribati no estará solo; contará con el apoyo de un grupo de ingenieros de Emiratos Árabes Unidos, quienes tienen experiencia en la construcción de la isla artificial más grande del mundo, las Palm Islands. Según los especialistas, la estrategia no solo debe basarse en la migración, sino que es crucial elevar el suelo de Kiribati. Esto es necesario porque una isla artificial no podría resistir las tormentas y las mareas extremas.
El ambicioso proyecto tiene un presupuesto estimado de 100 millones de dólares y ha sido calificado como una solución creativa ante la inminente amenaza del cambio climático. Para llevar a cabo estas obras, se planea utilizar tierra obtenida del dragado de lagunas internas. Sin embargo, mientras se desarrollan estos planes, los problemas existentes en Kiribati continúan intensificándose. La crisis del clima es un recordatorio de la importancia de entender cómo afecta a diferentes fenómenos naturales.
La realidad es preocupante: el 81% de los hogares ya ha reportado efectos del aumento del nivel del mar, lo que implica que la gran mayoría de la población ya siente el impacto del cambio climático en su vida diaria. La erosión del terreno está destruyendo viviendas, y la salinización del agua potable es un problema crítico que afecta tanto a la agricultura como a la salud de la población.
Por otro lado, la creciente dificultad para acceder a agua potable ha llevado a un aumento de enfermedades transmitidas por el agua, lo que resalta la urgente necesidad de mejorar la infraestructura de saneamiento y acceso al agua en el país. Este fue un punto destacado por la Dra. Joanne Clarke, pediatra de Médicos Sin Fronteras, señalando que la escasez de agua dulce está aumentando los riesgos de salud pública. La salud y el cambio climático están relacionados, como se detalla en un artículo sobre los efectos en mujeres embarazadas.
Kiribati enfrenta, además, un desafío poblacional significativo. La concentración de la población en Tarawa, la capital, ha generado un hacinamiento que exacerba los problemas sanitarios y sociales. Este atolón alberga a más de la mitad de la población total del país, lo que agrava los problemas de salud pública y dificulta la sostenibilidad de los recursos.
Las tasas de natalidad en Kiribati son bastante altas, con 26 nacimientos por cada 1,000 habitantes, lo cual genera más presión sobre los ya escasos recursos. A medida que la población sigue creciendo, las necesidades básicas como la comida, el acceso a servicios de salud y la educación se vuelven cada vez más difíciles de satisfacer. Se necesita revisar cómo especies como las plantas se adaptan a estos cambios, como se menciona en el artículo sobre la adaptación de las plantas al cambio climático.
La situación económica de Kiribati se basa principalmente en la agricultura de subsistencia, la pesca y las remesas de trabajadores expatriados. Sin embargo, el impacto del cambio climático está afectando profundamente estas actividades, haciendo que muchos kiribatianos tengan dificultades para satisfacer sus necesidades alimentarias. No es solo un problema local, ya que también se observa en otros lugares como en el caso de los desiertos amenazados por el calentamiento global.
En términos de salud, Kiribati se enfrenta a una carga de enfermedades que abarca tanto enfermedades transmisibles como no transmisibles. Con una de las tasas más altas de diabetes y tuberculosis en el mundo, la salud de los kiribatianos es un tema de preocupación constante. Esto se debe, en parte, a la falta de acceso a servicios de salud y a los efectos adversos del cambio climático sobre la salud pública.
La pobreza y la falta de recursos también contribuyen a este ciclo de problemas. Un informe de la Environmental Justice Foundation sugiere que el cambio climático está creando una crisis de refugiados sin precedentes. Muchos kiribatianos ya están buscando asilo en otros países debido a la inestabilidad de su hogar, lo que plantea una serie de cuestiones sobre los derechos humanos y la responsabilidad global ante el cambio climático. Para entender mejor esto, es útil analizar las inversiones en combustibles fósiles.
Además, el presidente de Kiribati, Taneti Maamau, ha tomado medidas para fortalecer las relaciones exteriores y buscar apoyo internacional en la crisis climática. Las conexiones con otras naciones, especialmente aquellas que comparten preocupaciones similares, son fundamentales para encontrar soluciones sostenibles a largo plazo. En este contexto, invertir en infraestructuras verdes es clave.
El aumento de la frecuencia e intensidad de las tormentas ha llevado a la necesidad de construir infraestructuras más resistentes, como terraplenes, que puedan proteger a las comunidades de inundaciones inminentes. Sin embargo, estas soluciones son costosas y requieren una planificación a largo plazo y el compromiso de la comunidad internacional.
En un contexto más amplio, la situación de Kiribati es un microcosmos de los retos que enfrentan muchas islas y naciones costeras alrededor del mundo debido al cambio climático. Kiribati podría ser el primer país en desaparecer, pero hay muchas otras naciones que enfrentan desafíos similares, como las Islas Marshall y Tuvalu. Estos países son un llamado de atención para el mundo sobre la gravedad de la crisis climática y la necesidad urgente de actuar, ya que las inundaciones pondrán en peligro a millones de personas dentro de pocos años.
A medida que el tiempo avanza, Kiribati se convierte en un símbolo de la lucha global contra el cambio climático y la búsqueda de soluciones innovadoras y sostenibles. La comunidad internacional debe responder a este llamado y colaborar en el desarrollo de estrategias efectivas que no solo beneficien a Kiribati, sino a todas las naciones vulnerables al cambio climático.