El humo de los incendios forestales está deteriorando con rapidez la calidad del aire en Galicia y áreas limítrofes, con registros de partículas finas y ozono muy por encima de los niveles recomendados. La advección de humos y las altas temperaturas han creado un escenario poco habitual, con avisos reiterados de las redes de vigilancia.
Organizaciones ambientales y autoridades han constatado una sucesión de episodios de superación en PM10, PM2,5 y ozono troposférico en estaciones de Galicia, El Bierzo y el norte de Portugal. Además del riesgo inmediato por partículas y oxidantes fotoquímicos, expertos recuerdan que la quema de biomasa emite hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH), compuestos cancerígenos que apenas se monitorizan.
¿Dónde se han registrado los peores datos y cuánto se ha contaminado?
Las estaciones de Cubillos del Sil, Otero, Ponferrada y Toral de los Vados (El Bierzo), las dos de la ciudad de León, así como Laza (Ourense) y Oural y O Saviñao (Lugo), llevan días rebasando los umbrales diarios de alerta para partículas: 80 µg/m³ para PM10 y 50 µg/m³ para PM2,5. En varias de ellas, las medias diarias se han multiplicado por tres y por cuatro respecto a esos límites.
Entre los picos más altos reportados destacan Ponferrada, con 251 µg/m³ en PM10 y 224 µg/m³ en PM2,5 en un solo día, y la estación de Laza, con 227 y 203 µg/m³ respectivamente. Además, se han encadenado superaciones horarias del ozono por encima del umbral de información a la población (180 µg/m³) en Carracedelo y Cubillos del Sil (El Bierzo) y O Saviñao (Lugo).
El humo ha alcanzado ciudades como Lugo, Ourense, Salamanca, Valladolid o Zamora, con picos puntuales de PM2,5 catalogados como “nocivos” para la salud. En León, por ejemplo, se han comunicado valores horarios de referencia en torno a los 120 µg/m³ de PM2,5, acompañados de avisos para el uso de mascarillas en personas sensibles.
Los servicios de control subrayan que las superaciones se prolongan desde hace una semana en varios puntos, lo que aumenta la exposición acumulada. La estabilidad atmosférica, el calor y la persistencia del humo dificultan la dispersión, agravando los episodios por ozono de formación fotoquímica.
Salud: qué riesgos entraña y cómo protegerse mejor
Las partículas finas (PM2,5) penetran con facilidad en el sistema respiratorio y se relacionan con síntomas como irritación ocular y faríngea, tos, opresión torácica, cefaleas o empeoramiento de enfermedades respiratorias y cardiovasculares. El ozono troposférico añade inflamación de las vías respiratorias y disminución transitoria de la función pulmonar.
Sanidad y los servicios autonómicos insisten en que grupos vulnerables—como niños, mayores, embarazadas, pacientes con asma, EPOC o cardiopatías— deben extremar precauciones y reducir al mínimo la exposición. Ante concentraciones elevadas y humo visible, las recomendaciones son:
- Limitar estancias en el exterior y evitar el ejercicio físico en exteriores.
- Usar mascarillas FFP2 si es imprescindible salir; gafas protectoras también ayudan a reducir la irritación ocular.
- Permanecer en interiores con puertas y ventanas cerradas; mantener el aire en modo recirculación en climatización o emplear purificadores con filtros HEPA.
- No encender velas ni fumar en interiores para no añadir contaminantes domésticos.
- Si se limpian cenizas, usar mascarilla, guantes y manga larga; lavar piel, ojos y mucosas tras el contacto.
Las autoridades recomiendan además seguir los avisos oficiales del Índice de Calidad del Aire (ICA) y los partes de evolución para ajustar actividades al nivel de riesgo diario.
Para reducir los efectos del humo y las partículas, es fundamental limitar el tiempo en exteriores y reforzar las medidas de protección individual, sobre todo en los momentos de mayor concentración de contaminantes.
