Humedales del desierto de Atacama: oasis, especies y cómo visitarlos

  • Ubicación y tipos: humedales costeros y altoandinos en Atacama, con focos clave entre Caldera y Huasco.
  • Biodiversidad y estatus: Carrizal Bajo, Huasco, Totoral y Copiapó albergan más de 119 aves y cuentan con protección o procesos de Santuario.
  • Amenazas reales: basura, perros sueltos y vehículos; reglas básicas de visita para minimizar impactos.
  • Gestión y educación: Observatorio de Huasco, plan de manejo en Copiapó y nuevas declaratorias de humedales urbanos.

Humedales del desierto de Atacama

En la franja costera del norte de Chile, entre Caldera y Huasco, emergen unos verdaderos oasis donde la vida se agarra con fuerza al terreno: los humedales del desierto de Atacama. En medio del desierto más árido del mundo, estas lagunas, totorales y desembocaduras de río sostienen aves, mamíferos, reptiles e invertebrados, filtran el agua y regulan el microclima costero.

Este artículo reúne, con detalle, lo esencial para comprender y visitar estos ecosistemas: qué son, dónde están y cómo llegar, qué especies ver, por qué son tan valiosos, cuáles son sus amenazas y cómo cuidarlos al pisar sus senderos. La ruta nos lleva por el Humedal de Carrizal Bajo, la desembocadura del río Huasco, el Humedal de Totoral y el Santuario de la Naturaleza Desembocadura del río Copiapó, sin olvidar iniciativas clave como el Observatorio Humedal de Huasco y las recientes declaratorias de humedales urbanos.

Qué es un humedal costero y por qué importa en Atacama

Un humedal es una zona de tierra que permanece inundada de forma permanente o por periodos, ya sea por aguas superficiales o por afloramientos subterráneos. En la costa de Atacama, suelen formarse en desembocaduras fluviales o donde el agua se abre paso hacia la superficie, convirtiéndose en puntos de descanso y alimentación para aves migratorias que cruzan grandes extensiones desérticas.

Su vegetación actúa como un filtro natural, mejora la calidad del agua y genera una humedad que enfría el aire de los alrededores. En algunos de estos humedales se han observado hasta cien especies distintas de aves, un número notable para una región tan seca. Además, la estructura del paisaje atenúa el viento y crea refugios donde la biodiversidad encuentra condiciones para prosperar.

Humedales de Atacama

Dónde están y cómo llegar: la ruta costera entre Caldera y Huasco

El corredor costero que une Caldera con Huasco concentra varios humedales imprescindibles para el avistamiento de aves y la educación ambiental. Puedes acceder a la Ruta de la Costa desde el norte (Caldera) o por el Puerto de Huasco y Freirina, y también existe una salida previa al Parque Nacional Llanos de Challe conocida como Ruta del Canto del Agua. Conviene planificar con tiempo, llevar agua, protegerse del sol y respetar las normas de acceso a pie en los sectores donde está prohibida la entrada de vehículos.

Varias empresas y guías locales ofrecen salidas interpretativas; informarse sobre servicios formalmente registrados en la Región de Atacama ayuda a asegurar una visita responsable y de calidad. Estas experiencias, además, contribuyen a la economía local y refuerzan las iniciativas de conservación al vincular a la comunidad con su patrimonio natural.

Humedal de Carrizal Bajo (comuna de Huasco): biodiversidad extraordinaria

Carrizal Bajo es reconocido como un punto caliente de biodiversidad a escala global: alberga una riqueza notable en apenas 57 hectáreas. Sus aguas subterráneas emergen a la superficie creando un mosaico de lagunas y totorales donde descansan y se alimentan numerosas aves marinas y dulciacuícolas. Entre los registros más llamativos destaca el avistamiento de un flamenco el año pasado, algo que no ocurría desde hace décadas y que recuerda el carácter cambiante de estos oasis.

Desde septiembre, el humedal cuenta con la categoría de Santuario de la Naturaleza, reflejando su valor y fragilidad. La localidad de Carrizal Bajo es accesible en vehículo, pero el recorrido por el humedal debe hacerse caminando, con atención a no salirse de los senderos. La cercanía con el Parque Nacional Llanos de Challe (a solo 3,5 km) facilita circuitos que combinan costa, desierto florido en años lluviosos y conservación, una oportunidad perfecta para promover acciones conjuntas de protección.

Desembocadura del río Huasco: un gigante semisalado

La desembocadura del río Huasco conforma un extenso humedal marino-costero donde confluyen aguas dulces con marinas, generando un ambiente semisalino. Esto permite la coexistencia de aves propias de agua dulce con aves marinas, elevando la diversidad: aquí es posible llegar a contabilizar hasta cien especies aviares en determinados periodos del año.

Se trata de uno de los pocos humedales marinos del país y se extiende por 451 hectáreas. No tiene infraestructura y el acceso es exclusivamente a pie por la playa, en un trayecto que puede tomar alrededor de una hora, por lo que la responsabilidad del visitante resulta crucial: no hay servicios, ni pasarelas, ni señalética, y cualquier conducta inapropiada se traduce en impactos inmediatos sobre aves, reptiles, mamíferos y roedores que dependen del lugar.

Humedal de Totoral (Copiapó): pequeño en tamaño, enorme en valor

Al suroeste de la comuna de Copiapó, el Humedal de Totoral protege cinco hectáreas de vegetación hidrófila y espejo de agua costero. Un conteo realizado por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) registró la presencia del cisne coscoroba con crías, un hecho especialmente relevante por tratarse del registro de nidificación más septentrional para esta especie en Chile.

Junto a esta imagen icónica, en Totoral se observan patos reales y colorados, tagüitas del norte, huairavos y otras especies adaptadas a la costa desértica. Actualmente, el humedal avanza en el proceso para ser declarado Santuario de la Naturaleza, un paso lógico dadas sus características biológicas y su rol como refugio en un entorno de aridez extrema.

Desembocadura del río Copiapó: Santuario de la Naturaleza y ciencia en marcha

Al sur de la ciudad de Caldera y en plena costa de Atacama, la desembocadura del río Copiapó es un oasis rotundo: lagunas costeras rodeadas de densos totorales donde nidifican y descansan cientos de aves, y donde también transitan zorros y pequeños roedores nativos. Desde 2022, sus 115,2 hectáreas están oficialmente protegidas como Santuario de la Naturaleza, un hito que reconoce su importancia ecológica en un entorno árido.

Los catastros más recientes señalan la presencia de más de 119 especies de aves, entre ellas el sietecolores (popularizado por Fiu) y el cisne coscoroba, que encuentran aquí el límite de su distribución en Chile. La flora no se queda atrás: crecen al menos 54 plantas nativas, dieciséis de ellas endémicas del país. Estudios con sensores de infrasonido han permitido registrar tres especies de murciélagos que no estaban identificadas en el área, una muestra de que aún queda mucho por descubrir en este mosaico de vida.

La presión humana es intensa, sobre todo en verano: acumulación de basura que termina en el agua o la playa, perros sueltos que acosan o depredan aves (con picos de jaurías por abandono al final de la temporada), ingreso de camionetas por la playa, kayaks en la laguna o motos 4×4 en dunas adyacentes. Son usos no regulados que abren huellas, aplastan flora y perturban a la fauna. Por eso, la Universidad de Atacama impulsó un plan de manejo para este Santuario con financiamiento del Ministerio del Medio Ambiente, cuyo administrador será el municipio de Caldera con apoyo técnico de la UDA.

El proyecto contempla tres pilares: definir lineamientos de conservación con participación de actores locales y comunidades; implementar monitoreo de flora, fauna, invertebrados y recursos hídricos (incluyendo cámaras trampa y sensores de infrasonido); y desplegar educación ambiental con charlas y talleres para escolares y vecinos de Caldera y Puerto Viejo, junto con campañas de difusión en redes y medios locales. Declarar un Santuario es solo el primer paso: lo decisivo es cómo se gestiona, con qué recursos y con quiénes se construyen acuerdos.

Tipos de humedales presentes en la Región de Atacama

Atacama reúne una variedad notable de humedales pese a su aridez. En la zona altoandina árida-fría se concentran lagunas y vegas ligadas al Parque Nevado Tres Cruces, con sitios como la Laguna del Negro Francisco y la Laguna Santa Rosa, y corredores biológicos como Pantanillo y Ciénega Redonda. En la costa, destacan los humedales ribereños como Carrizal Bajo y las desembocaduras de los ríos Copiapó y Huasco.

  • Artificiales: construidos por el ser humano, el embalse Lautaro y el embalse Santa Juana operan como reservorios relevantes para agricultura y fauna de los valles de Copiapó y Huasco.
  • Lacustres: con agua permanente y baja circulación, incluyen lagunas costeras (por ejemplo, en Carrizal Bajo) y lagunas altoandinas como Negro Francisco, Santa Rosa y Laguna Verde.

Servicios ecosistémicos clave: agua, clima y protección costera

Los humedales costeros de Atacama funcionan como esponjas naturales: almacenan agua en episodios de lluvia intensa, reducen riesgos de inundaciones y alimentan napas subterráneas por infiltración. Además, ayudan a regular la temperatura local mediante la evapotranspiración de las plantas y mejoran la calidad del agua al retener sedimentos y contaminantes.

En la franja costera, su vegetación y geomorfología actúan como barreras naturales que amortiguan marejadas e incluso pueden ayudar a contener el impacto de tsunamis. A ello se suma la captura y almacenamiento de carbono, un aporte directo a la mitigación del cambio climático, y su valor como espacios de educación, investigación y turismo de naturaleza responsable.

Protección internacional y desafíos: de la costa al mar

Desde la ciencia y la gestión pública se impulsa la protección formal de estos oasis. Algunas propuestas han puesto el foco en cuatro humedales costeros —Desembocadura del río Copiapó, Humedal Costero Totoral, Desembocadura del río Huasco y Humedal Carrizal Bajo— que, considerados en conjunto, se han contabilizado en determinados documentos en 127 hectáreas para efectos de su postulación. Más allá del número, la intención es avanzar hacia designaciones de alto estándar (como Ramsar) que reconozcan su valor y concreten medidas efectivas.

La discusión conecta con la experiencia de Chile en áreas marinas protegidas: nombrar es necesario, pero insuficiente si no hay financiamiento, fiscalización y compromiso de comunidades, empresas y gobiernos locales. La participación de Chile en instancias de la Convención de Ramsar refuerza esta mirada integradora, que vincula costa y océano, y busca superar amenazas como el desarrollo urbano desordenado, la contaminación por residuos y el ingreso de especies invasoras.

Amenazas y cómo visitar sin dejar huella

La mejor forma de cuidar los humedales es visitarlos con criterio y respeto. La contaminación por basura, los perros sueltos, el ruido, el ingreso de vehículos a sectores sensibles y el tránsito de motos o 4×4 por dunas cercanas son problemas reales que afectan directamente la fauna y la vegetación. En verano, cuando aumentan los visitantes, estos impactos se disparan si no hay autocontrol.

  • No tires basura, ni colillas, ni plásticos; llévatelo todo de vuelta. La playa y la laguna no son un vertedero.
  • Evita lanzar piedras o perseguir aves; respeta sus ciclos de descanso, alimentación y nidificación.
  • No lleves mascotas sueltas: pueden estresar, herir o depredar fauna nativa; si vas con perro, mantenlo con correa.
  • Reduce el ruido y elige caminar; no ingreses con vehículo a sectores no habilitados ni abras nuevas huellas.

Son medidas sencillas que marcan la diferencia. En sitios sin infraestructura, como la desembocadura del río Huasco, la responsabilidad individual es crucial; tu conducta puede evitar desde la pérdida de nidos hasta el aplastamiento de plántulas que estabilizan dunas y bordes lagunares.

Observatorio Humedal de Huasco: un espacio para comprender y disfrutar

En la costanera de Huasco, al ingreso del humedal, se proyecta un observatorio financiado por el programa Ciencia Pública (Espacios Públicos Regionales) y liderado por los profesores Ximena Arizaga y Osvaldo Moreno. El objetivo es generar un lugar de encuentro para explorar y apreciar los valores ambientales y culturales del paisaje, con experiencias diseñadas para la divulgación científica y la educación ciudadana.

El proyecto incluye un aula ambiental con suelo permeable de gravilla —ideal para actividades educativas y recreativas— y un conjunto de elementos verticales llamados “bosques de juncos y totoras”, que, en escala ampliada, evocan la arquitectura de las fibras palustres propias de los humedales. Estas estructuras proyectan sombras dinámicas y generan microhábitats. A su alrededor, estaciones interpretativas en paneles horizontales explicarán hidrología, geomorfología, ecología e historia del humedal. Bancas distribuidas estratégicamente permitirán descansar, observar aves y acceder a nuevas perspectivas del paisaje.

Humedales urbanos: avances recientes y el caso de Kaukari

Chile ha dado pasos significativos al declarar recientemente cuatro nuevos humedales urbanos entre Atacama y Biobío, fruto de un trabajo colaborativo entre comunidades, científicos y el Ministerio del Medio Ambiente. Estas áreas, además de su biodiversidad, ayudan a la adaptación y mitigación climática: funcionan como esponjas, capturan carbono y mejoran la calidad del aire y del agua.

En Talca se protegieron Cajón del Río Claro y Estero Piduco, un humedal ribereño de 328,41 hectáreas donde viven aves como el pato jergón y el siete colores, además de anfibios vulnerables como el sapo de rulo y la rana chilena. En Biobío, las lagunas costeras Recamo y Redacamo (8,36 hectáreas) albergan más de 40 especies de aves y peces nativos como el pejerrey chileno. En Copiapó, el HU Parque Kaukari —el primero de su tipo en un parque urbano del MINVU— protege 2,4 hectáreas con flora endémica (cacho de cabra y pata de guanaco) y fauna como el lagarto de Manuel (En Peligro) y el aguilucho. Y en Coquimbo, el HU Pichidangui–Los Vilos resguarda 5,14 hectáreas clave para especies como la iguana chilena y el degú.

Junto a estas declaratorias, se vienen campañas de educación ambiental con talleres, programas educativos y promoción del turismo sostenible. La autoridad ambiental ha subrayado que estas acciones solo funcionan con colaboración interinstitucional y participación activa de las comunidades, porque la conservación es una tarea compartida.

Consejos prácticos para organizar tu visita

Para sacarle partido a la experiencia, combina varios puntos en un mismo día si el clima lo permite: Carrizal Bajo por la mañana, un alto para observar desde la costanera de Huasco y, si vas con tiempo, una caminata hasta la desembocadura del río Huasco. Deja el vehículo donde corresponde y camina sin prisa: verás más aves y reducirás tu huella.

En Copiapó, reserva al menos medio día para el Santuario de la desembocadura del río Copiapó. Lleva prismáticos, abrigo cortaviento y, si es verano, protección solar y agua de sobra. Infórmate de los talleres y charlas que se realizan con escuelas y vecinos, una manera estupenda de entender el sitio más allá de la foto. Si contratas un guía, asegúrate de que esté registrado y de que sus prácticas sean respetuosas con la fauna.

Los humedales del desierto de Atacama son frágiles y únicos, y quizá ahí reside su magnetismo: en que, contra todo pronóstico, sostienen vida en abundancia. De Carrizal Bajo a Copiapó, de Totoral a la desembocadura del Huasco, cada uno aporta una pieza del rompecabezas ecológico de la región. Cuidarlos —con gestión, ciencia y buen comportamiento al visitarlos— es la mejor garantía para que sigan siendo oasis de biodiversidad y conocimiento por muchos años.

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