El papel de los gases en nuestra sociedad ha ido cobrando protagonismo en los últimos años debido tanto a su influencia en el medio ambiente como a su impacto en la salud y la vida cotidiana. Desde los gases de efecto invernadero que condicionan el clima global, hasta los procesos industriales y médicos donde su manejo adecuado resulta clave, la atención hacia ellos nunca había sido tan relevante. A pesar de que muchos avances buscan frenar sus efectos negativos, el aumento de emisiones sigue siendo motivo de preocupación en distintos frentes.
El debate sobre los gases ha llegado a múltiples ámbitos, desde la energía y la industria hasta la sanidad y la alimentación, donde su presencia puede ser tanto positiva como problemática. La ciencia y la tecnología desempeñan un papel fundamental en la búsqueda de soluciones, mientras ciudadanos e instituciones se implican cada vez más en la reducción de emisiones y en la adopción de hábitos más sostenibles.
Gases de efecto invernadero: situación actual y retos
El incremento constante de gases de efecto invernadero en la atmósfera, como el dióxido de carbono (CO2), el metano y el óxido nitroso, está detrás del desequilibrio climático que experimenta la Tierra. Los niveles actuales de CO2 han alcanzado máximos históricos, superando las 420 partes por millón en los últimos años, según datos de organismos internacionales. Esta acumulación se debe, principalmente, a la combustión de combustibles fósiles y al uso intensivo de gas natural, además de prácticas agrícolas y ganaderas.
Estos gases absorben la radiación solar y retienen el calor en la superficie terrestre, fenómeno conocido como efecto invernadero. Si bien este mecanismo ha permitido el desarrollo de la vida en el planeta, su alteración conlleva el aumento de temperaturas, fenómenos meteorológicos extremos, cambios en ecosistemas y pérdida de biodiversidad.
La industria energética e iniciativas contra la quema de gas
La gestión ineficiente de los recursos energéticos sigue siendo un punto débil. En 2024, la quema de gas natural durante la extracción de petróleo alcanzó cifras alarmantes, rondando los 151.000 millones de metros cúbicos a nivel mundial y provocando la emisión de cerca de 389 millones de toneladas de CO2 equivalente, según informes del Banco Mundial. Este desperdicio supone no solo un coste económico enorme, valorado en miles de millones de dólares, sino que también representa una fuente significativa de contaminación atmosférica.
Se han implementado iniciativas internacionales para reducir este tipo de prácticas, con algunos países logrando avances notables gracias a la adopción de tecnologías más limpias y estrictos controles regulatorios. La identificación y reparación de fugas, el aprovechamiento del calor residual y el uso de gas capturado para consumo energético son algunas de las soluciones que ya están en marcha en ciertas regiones. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para convertir el gas desperdiciado en un recurso útil para la sociedad y el desarrollo económico.
Innovación, eficiencia y el papel de la industria
Un ejemplo destacado en España es la implementación, por parte de empresas como Engie, de sistemas de recuperación de calor en calderas industriales. Estas soluciones permiten aprovechar los gases de combustión para precalentar el agua, con lo que se reduce el consumo de gas natural hasta en un 12% durante procesos productivos. Tales medidas contribuyen no solo a la eficiencia energética, sino también a la disminución de emisiones y a la competitividad empresarial, alineándose con la descarbonización y los compromisos internacionales.
De este modo, las innovaciones en eficiencia energética y en la gestión de gases en diferentes industrias están permitiendo avances importantes en la reducción de su impacto ambiental.
Gases en el ámbito sanitario: iniciativas sostenibles
El sector de la salud también enfrenta el reto de reducir su huella climática. Un ejemplo viene del ámbito de la anestesiología, donde el uso de gases anestésicos como el desflurano o el óxido nitroso genera hasta el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la atención médica.
Centros sanitarios han comenzado a reemplazar estos productos por alternativas menos contaminantes, logrando reducir drásticamente la cantidad de gases liberados a la atmósfera y su impacto ambiental. La reducción de miles de toneladas de CO2 equivalentes al año representa un avance significativo. Se espera que esta tendencia se extienda a más hospitales y clínicas, promoviendo una atención sanitaria más sostenible.
El papel de los gases en la salud digestiva y el bienestar diario
Más allá de su impacto ambiental, los gases forman parte de procesos fisiológicos habituales y pueden afectar el bienestar de las personas. La presencia de gases en el aparato digestivo es común, aunque un exceso puede provocar molestias como hinchazón o flatulencias.
Para mejorar la digestión y reducir la sensación de gases, se recomienda: comer despacio, evitar bebidas muy carbonatadas, moderar el consumo de ciertos vegetales y caminar después de las comidas. Según especialistas en nutrición, un pequeño vaso de agua con gas antes de las comidas puede estimular la producción de ácido gástrico y favorecer la digestión. Sin embargo, no hay que abusar de esta práctica, ya que cantidades excesivas podrían causar más hinchazón.
Existen estudios que apoyan el uso moderado de agua carbonatada para aliviar síntomas como la dispepsia funcional, siempre que se adapte a las características individuales. Además, consultar con profesionales ayuda a personalizar estos consejos y prevenir molestias persistentes.
El correcto uso de los gases y la reducción de prácticas perjudiciales para el medio ambiente representan un reto global que involucra a gobiernos, empresas y ciudadanos. Las iniciativas actuales, desde la energía hasta la salud y la vida cotidiana, demuestran que es posible lograr un equilibrio entre el progreso y la sostenibilidad si se apuesta por la innovación y la concienciación colectiva.