El vínculo entre la contaminación atmosférica en Barcelona y la salud cognitiva

  • La contaminación del aire en Barcelona se asocia a un mayor riesgo de demencia, según un metaanálisis internacional.
  • Las partículas PM2,5 y el dióxido de nitrógeno siguen superando los límites recomendados por la UE y la OMS en la ciudad.
  • Estudios recientes evidencian una relación estadísticamente significativa entre exposición prolongada y deterioro cognitivo.
  • El impacto de la contaminación atmosférica se suma a las preocupaciones de salud pública y el envejecimiento de la población urbana.

Imagen sobre la contaminación atmosférica en Barcelona

La calidad del aire en Barcelona sigue siendo una preocupación creciente, sobre todo a raíz de las últimas investigaciones que ponen el foco en las consecuencias que puede tener la contaminación atmosférica sobre la salud humana. Aunque en los últimos años se han adoptado medidas para mejorar la situación, los niveles de algunos contaminantes continúan situándose por encima de los valores recomendados por organismos internacionales.

Un estudio internacional dirigido por la Universidad de Cambridge ha relacionado la exposición a largo plazo a la contaminación atmosférica con un aumento en el riesgo de desarrollar demencia. Los resultados, publicados en la revista The Lancet Planetary Health, son el fruto de un análisis exhaustivo que reúne datos de casi 27 millones de personas y refuerzan la preocupación sobre el efecto acumulativo de la polución en la población urbana.

Partículas en suspensión y su impacto en la salud cerebral

Contaminación del aire en Barcelona

El estudio examina en detalle tres contaminantes atmosféricos, destacando el papel de las partículas finas PM2,5. Estas diminutas partículas, que pueden penetrar profundamente en los pulmones e incluso llegar al torrente sanguíneo, están presentes en el aire por la quema de combustibles fósiles, el tráfico rodado y las actividades industriales. Por cada 10 microgramos por metro cúbico (μg/m³) de PM2,5, el riesgo de padecer demencia aumentaría un 17%, según los expertos.

En lo que respecta a Barcelona, si bien la ciudad ha logrado estabilizar los niveles de PM2,5 desde hace una década, los valores siguen superando lo que marcan tanto la Unión Europea como la Organización Mundial de la Salud para los próximos años. En 2024, la exposición media de los habitantes de Barcelona ha sido de 14 μg/m³, una cifra que todavía dista de los objetivos marcados y que, de acuerdo con los científicos, incide directamente en el incremento de patologías neurodegenerativas.

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El papel del dióxido de nitrógeno en la polución urbana

Otro de los contaminantes con incidencia directa sobre la salud cerebral es el dióxido de nitrógeno (NO2), mayoritario en áreas densamente pobladas y consecuencia directa del tráfico, sobre todo de vehículos diésel. Una exposición elevada a NO2 no solo agrava problemas respiratorios o cardíacos, sino que, según el estudio, aumentaría el riesgo de demencia en un 3% por cada 10 μg/m³ de concentración presente en el aire.

Los datos más recientes señalan que, aunque Barcelona ha conseguido reducir ligeramente el promedio anual de NO2, en 2024 el nivel medio de exposición fue de 25 μg/m³. Esta cifra está por encima tanto del umbral recomendado para 2030 por la Unión Europea (20 μg/m³) como del límite aconsejado por la OMS (10 μg/m³). Zonas particularmente transitadas, como el Eixample, han registrado picos que llegan hasta los 30 μg/m³, lo que sigue suponiendo un motivo de preocupación para las autoridades sanitarias.

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El envejecimiento poblacional y el impacto social

La incidencia de demencias se prevé que aumente exponencialmente en los próximos años, llegando a triplicarse para mediados de siglo. Esto implicaría que más de 150 millones de personas en todo el mundo podrían verse afectadas por enfermedades como el alzhéimer y otras formas de deterioro cognitivo. El peso del problema no recae solo en los pacientes, en las familias, en los cuidadores y en el propio sistema sanitario.

La investigación sugiere que los mecanismos por los que la contaminación atmosférica afecta al cerebro pasan por la inflamación y el estrés oxidativo, procesos que, de confirmarse en futuros estudios, abrirían la puerta a políticas preventivas y a la promoción de entornos urbanos más saludables.

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Aunque se han realizado esfuerzos para rebajar los niveles de polución en Barcelona, los datos actuales siguen indicando un desafío importante y evidencian la necesidad de adoptar acciones sostenidas y coordinadas tanto a nivel local como internacional. La evidencia científica refuerza la importancia de implementar nuevas medidas para reducir la exposición a los contaminantes más nocivos y proteger la salud de la población que vive en ciudades como Barcelona.