El Nilo, uno de los ríos más importantes para el ser humano, tanto en el pasado como hoy en día, se está volviendo cada vez menos predecible debido al cambio climático. Unos 400 millones de personas de un total de 11 países dependen de él, pero ahora, según diversos estudios, tendrán que tomar serias medidas para evitar tanto la sequía como las fuertes inundaciones.
Sus aguas, tan importantes para los cultivos, han estado siendo estudiadas desde la época de los faraones. En aquella época, se construyeron una serie de »nilómetros» que sirven para detectar, predecir y controlar el tamaño de la inundación anual. Pero con el cambio climático, es probable que estas construcciones no sean suficientes.
La población está creciendo mucho. Para el año 2050, se espera que se duplique en la cuenca del Nilo, pasando de los 400 millones a los 800, por lo que ahora más que nunca dependen del río. Debido a la continua acumulación del dióxido de carbono en la atmósfera, las lluvias torrenciales podrán ser cada vez más abundantes, lo que significará que las inundaciones serán más frecuentes.
El río se ve afectado por el ciclo de oscilaciones de temperatura en el Pacífico: en el 2015, el fenómeno El Niño fue el causante de una grave sequía que afectó a Egipto; un año más tarde, La Niña causó importantes inundaciones.
La gestión del caudal del río ha sido un problema político durante décadas, y ahora se está volviendo más complejo a medida que el tiempo avanza y las temperaturas aumentan. Los investigadores han advertido que tanto Oriente Medio como el Norte de África podrían volverse cada vez más inhóspitos; además, el volumen medio de flujo del río podría aumentar entre un 10 y un 15%, pudiendo aumentar hasta en un 50%, de modo que los problemas empeorarían considerablemente.
Si quieres saber más, haz clic aquí.