Hoy en día está surgiendo un aluvión de gente que se está interesando por la meteorología, aficionados que se interesan por los fenómenos atmosféricos e intentan captarlos mediante cámaras sofisticadas o simplemente les gusta observarlos.
Sin embargo, no hay que olvidar que la meteorología es una ciencia con un sustento muy fuertemente ligado con la física. Podemos decir que es una ciencia aplicada y, en este sentido, hay muchos procesos y fenómenos que todavía se desconocen, por lo tanto una ciencia sujeta a nuevas investigaciones que nos den claves para descubrir el comportamiento que todavía no ha sido explicado sobre el tiempo y el clima.
La gente al escuchar el término «meteorólogo» piensa en las personas que presentan los pronósticos meteorológicos en la televisión. Sin embargo, la mayoría de los «hombres y mujeres del tiempo» son solamente presentadores de los medios de comunicación, y carecen de las condiciones requeridas para denominarse meteorólogos.
Aunque en otros países el término se presta a mayor amplitud, pudiendo acogerse a él los profesionales que hayan obtenido un título universitario en las Facultades o Escuelas que cuenten con Departamento de Meteorología o Ciencias de la Atmósfera, en nuestro país este vocablo queda reservado exclusivamente a los funcionarios del Cuerpo Superior que han ingresado en la Administración, y específicamente en la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología), antiguamente INM, tras cumplir los requisitos legales y superar las pruebas selectivas públicas periódicamente convocadas.
En cualquier caso, se les llame meteorólogos, científicos de la atmósfera o físicos del aire, estamos hablando de personas con una formación universitaria superior, de alta especialización, que «utilizan principios científicos para comprender, explicar, observar o predecir los fenómenos de la atmósfera terrestre y el modo en que éstos afectan a la vida sobre el planeta», según definición tomada de un manual de la American Meteorological Society.
Fuente AEMET