En los últimos años los investigadores y desarrolladores pasan mucho tiempo buscando maneras de capturar el dióxido de carbono de la atmósfera y tratar de confinarlo en el subsuelo. Pero nos hemos olvidado de lo más básico, que es observar a la propia naturaleza.
Y es que, parece que no, pero ella tiene sus propios mecanismos para limpiar el planeta. Uno de sus incansables ‘trabajadores’ es el krill antártico. Un crustáceo que no mide más que 3-4 centímetros.
El krill antártico, cuyo nombre científico es Euphausia superba, es el inesperado aliado del ser humano en su lucha contra los devastadores efectos del cambio climático, según un estudio publicado en la revista científica ‘Proceedings of the Royal Society B». Al parecer, acelera el transporte del dióxido de carbono a las profundidades oceánicas.
Alimentándose de fitoplancton, es decir, de los organismos del plancton que realizan la fotosíntesis, lo que hacen es mantenerse cerca de la superficie para capturar dichas algas microscópicas, y al terminar desciendan a las las profundidades varias veces durante la noche, depositando allí sus heces. Esta migración y posterior deposición de residuos elimina una cantidad de carbono equivalente a las emisiones anuales de gases de efecto invernadero del Reino Unido (en el 2015 emitieron a la atmósfera 495,7 millones de toneladas de CO2).
Imagen – Oceanacidificaction.org.uk
Aunque no es el primer estudio que explica este asombroso comportamiento, sí es es la primera vez que los científicos observan los mismos resultados en mar abierto, de modo que, una vez más, queda al descubierto la importancia de los océanos para almacenar el dióxido de carbono. Sin embargo, tampoco podemos olvidarnos de los efectos que tiene dicho gas en las aguas.
Y es que, el pH de los océanos está bajando, lo cual afecta irremediablemente a todos los animales con concha, así como a los corales y a la fauna marina. Tienes más información aquí.
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