Ambos fenómenos están modificando seriamente el clima. Las sequías son cada vez más extremas en algunos lugares, y las lluvias torrenciales causan estragos en otras partes del globo, por no hablar de la creciente aparición de fenómenos meteorológicos extremos en donde, en teoría, no tocarían darse.
La organización no gubernamental Oxfam ha alertado de que el cambio climático y El Niño causarán hambruna a 10 millones de personas.
La humanidad sin la agricultura no puede subsistir, pero ésta, al depender completamente del clima, es difícil de controlar. Si no llueve lo suficiente, no habrá agua para regar los cultivos durante toda la temporada, y esto provocará que muchas personas pasen hambre. Además, el precio de los alimentos cultivados subirá notablemente, ya que cada vez será más difícil acceder al preciado líquido que debe mantener las plantas vivas.
Así, por ejemplo la cosecha de maíz en Zimbabue está un 35% por debajo de la media, y lo peor aún está por llegar, pues para febrero del año que viene habrá 2 millones de personas en Malaui que tendrán muchas dificultades para encontrar comida. En Etiopía, por otra parte, serán 4’5 millones de personas que necesitarán ayuda… este año, 2015. La situación es alarmante.
Pero no sólo el continente africano lo está pasando mal, también América Central, como Honduras o Guatemala. Los campos de cultivo se pierden total o parcialmente como consecuencia de la sequía.
El 2014 pasó a la historia por ser uno de los más cálidos; sin embargo, el 2015 superará con creces los registros del año anterior. Tanto es así que ya se ha colocado por detrás del 2003.
Debido al aumento de las temperaturas, el fenómeno »El Niño» es cada vez más imprevisible, por lo que es más que probable que en el 2016 las consecuencias sean aún mayores.
Veremos a ver cómo se presenta el año.