
El denominado «cacahuete cósmico» enfila una de sus visitas más cercanas a nuestro planeta. Este asteroide, cuya silueta recuerda a un fruto seco por sus dos lóbulos unidos, ha pasado a una distancia de seguridad de unos tres millones de kilómetros, el equivalente aproximado a ocho distancias lunares.
Las observaciones con el radar del Sistema Solar de Goldstone, operado por la Red de Espacio Profundo de la NASA, han permitido radiografiar el objeto con un nivel de detalle inusual. Aunque está clasificado como potencialmente peligroso por su tamaño y la proximidad de su órbita, este paso no comporta amenaza; al contrario, ofrece una oportunidad científica notable al tratarse del acercamiento más próximo documentado desde hace más de tres siglos.
Qué se ha visto del «cacahuete cósmico»

Las últimas estimaciones sitúan su longitud en torno a 200 metros y un periodo de rotación de aproximadamente 4,8 horas, valores típicos de un cuerpo rocoso de tamaño medio.
La forma responde a lo que se conoce como binario de contacto: dos bloques que actúan como uno, con un lóbulo aproximadamente el doble de grande que el otro. Este tipo de morfologías, lejos de ser raras, aparece en alrededor del 15% de los asteroides cercanos a la Tierra mayores de 200 metros.
En sus superficies se aprecian concavidades de decenas de metros, posibles cicatrices de antiguas colisiones o de procesos de reacomodo del material, que ayudan a reconstruir su evolución a lo largo de millones de años.
El radar ha proporcionado imágenes con resolución de hasta 7,5 metros por píxel, suficientes para perfilar la geometría, la orientación de giro y otros parámetros físicos con menos incertidumbre.
Distancia, fechas y cómo se observó

El máximo acercamiento se produjo el 20 de agosto de 2025, cuando el objeto pasó a unos 3.000.000 de kilómetros de nuestro planeta, una separación amplia en términos astronómicos y la más cercana que se tiene constancia desde, al menos, el siglo XVII.
Unas horas después, el 21 de agosto, Goldstone obtuvo 28 imágenes de alta resolución que muestran su silueta desde distintos ángulos, lo que refuerza los modelos de forma y de rotación elaborados por los equipos científicos.
Con estos ecos de radar ha sido posible afinar su órbita y recortar de manera notable la incertidumbre sobre su trayectoria futura, mejora clave para elaborar efemérides y planificar nuevas observaciones con mayor precisión.
Para qué sirve estudiar este acercamiento
Este trabajo se integra en el Programa de Observación de Objetos Cercanos a la Tierra y en la Oficina de Defensa Planetaria de la NASA, donde el radar es una herramienta esencial para medir distancias y velocidades con gran precisión.
Cada encuentro cercano sirve de banco de pruebas: permite validar procedimientos, evaluar tiempos de respuesta y estudiar cómo interactuaría un asteroide de este tamaño ante una eventual misión de desvío, si alguna vez fuese necesario.
Más allá de la vertiente aplicada, estos datos enriquecen el conocimiento sobre la población de asteroides de tamaño medio y su dinámica, aspectos clave para comprender la historia y la evolución de los cuerpos menores del Sistema Solar.
Tras este paso sin incidentes, el «cacahuete cósmico» continuará su viaje alrededor del Sol mientras la comunidad científica exprime la información obtenida: distancia segura, imágenes de radar en alta resolución y una órbita mejor caracterizada que refuerza nuestra vigilancia del cielo sin encender alarmas innecesarias.