Características y trayectoria del asteroide 2024 YR4: análisis completo, datos y riesgo actualizado

  • El asteroide 2024 YR4 tiene un tamaño estimado entre 40 y 90 metros y una órbita de tipo Apolo, cruzando la trayectoria de la Tierra.
  • Las probabilidades de impacto en 2032 fluctuaron entre el 1% y el 3%, activando protocolos internacionales de defensa planetaria.
  • Las observaciones actuales y futuras, especialmente con el telescopio James Webb, serán clave para descartar totalmente el riesgo.

Características y trayectoria del asteroide YR4

El asteroide 2024 YR4 ha generado un extraordinario revuelo en la comunidad científica y en la opinión pública desde que fue detectado a finales de 2024. Este objeto, cuya órbita cruza la trayectoria de la Tierra, ha superado el umbral del 1% de probabilidad de impacto en 2032, lo que ha bastado para activar protocolos internacionales de defensa y multiplicar las observaciones por parte de los mayores telescopios del mundo.

En este artículo vamos a desgranar todo lo que se sabe sobre sus características físicas, su descubrimiento, la evolución de la probabilidad de impacto, las estrategias de seguimiento y mitigación, así como las implicaciones para la defensa planetaria. Analizaremos también las posibles consecuencias de un hipotético impacto y cómo la cooperación internacional está permitiendo reducir la incertidumbre alrededor de este visitante cósmico.

Descubrimiento del asteroide 2024 YR4 y primeros estudios

Descubrimiento del asteroide YR24

El 27 de diciembre de 2024, el Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS), desde su estación en Río Hurtado, Chile, detectó por primera vez a 2024 YR4. El hallazgo fue notificado de inmediato al Centro de Planetas Menores, disparando la maquinaria internacional de vigilancia y seguimiento de objetos cercanos a la Tierra (NEOs, por sus siglas en inglés).

Se determinó rápidamente que 2024 YR4 pertenece al grupo de asteroides de tipo Apolo, es decir, aquellos con órbitas que cruzan la de nuestro planeta. Desde su detección inicial, el cuerpo ha sido objeto de intensos estudios mediante telescopios terrestres y espaciales, como el Very Large Telescope (VLT) en Chile, el Gran Telescopio Canarias y el James Webb Space Telescope (JWST).

Los primeros datos indicaron un tamaño estimado entre 40 y 90 metros, clasificándolo como un objeto capaz de causar daños significativos en caso de impacto regional. Este rango de tamaño se calculó a partir de la magnitud absoluta y la reflectividad presumida (albedo), debido a que las observaciones directas resultan limitadas por la lejanía y el bajo brillo del objeto.

En los días posteriores a su descubrimiento, 2024 YR4 realizó un acercamiento a la Tierra de poco más de 828.000 kilómetros (unas 2,15 distancias lunares), antes de empezar a alejarse. Este dato sirvió para mejorar los cálculos orbitales, aunque pronto el asteroide se volvió demasiado tenue para telescopios convencionales, quedando la esperanza puesta en instrumentos de mayor sensibilidad.

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Características físicas: tamaño, masa y composición

Propiedades físicas del asteroide YR24

El rango de tamaño más aceptado para 2024 YR4 oscila entre 40 y 90 metros de diámetro, con estimaciones optimistas que lo sitúan en torno a 55 metros para un albedo típico de asteroides rocosos. Estos valores permiten equiparar su tamaño con el del asteroide que generó el evento de Tunguska en 1908, o con el que formó el cráter Barringer en Arizona hace 50.000 años.

La masa se estima en torno a 220 millones de kilogramos, asumiendo una densidad típica de 2,6 g/cm³ dado que todo apunta a que se trata de un asteroide rocoso de tipo S o L. Los análisis espectroscópicos preliminares realizados con el Gran Telescopio Canarias y el Lowell Discovery Telescope refuerzan esta hipótesis, revelando una composición basada en silicatos y elementos metálicos, con cierto contenido de hierro y níquel.

Otra propiedad destacada es su rápida rotación: las curvas de luz obtenidas con el VLT y otros telescopios indican un periodo de rotación cercano a 19,5 minutos, con una variación de brillo de 0,42 magnitudes. Esta oscilación es síntoma de una forma alargada e irregular, algo habitual en asteroides de este tamaño.

No se han medido directamente ni la masa ni la densidad, aunque las estimaciones actuales son lo suficientemente precisas para hacerse una idea de las consecuencias de un posible impacto. Si colisionase con la Tierra a velocidad típica (unos 17,3 km/s), podría liberar hasta 7,7 megatoneladas de energía, equivalente a 33 petajulios o unas 500 veces la bomba de Hiroshima.

Órbita, trayectorias y aproximaciones a la Tierra

Órbita del asteroide YR24

2024 YR4 describe una órbita elíptica alrededor del Sol, con un semieje mayor de 2,54 unidades astronómicas y una excentricidad elevada (0,66), lo que le permite cruzar el camino de la Tierra. Su inclinación relativa a la eclíptica es baja, de apenas 3,45 grados, y completa una vuelta alrededor del Sol cada 4,05 años aproximadamente.

El perihelio o punto más cercano al Sol se alcanzó el 22 de noviembre de 2024, poco antes del primer avistamiento, mientras que el afelio lo sitúa a más de 4,2 unidades astronómicas. Las órbitas de tipo Apolo, como la de YR4, son particularmente vigiladas por su capacidad de cruzarse repetidamente con la Tierra en distintas configuraciones a lo largo del tiempo.

El encuentro más próximo a la Tierra antes de su descubrimiento ocurrió el 25 de diciembre de 2024, cuando pasó a 828.800 km del planeta. Posteriormente, la siguiente aproximación relevante se prevé para el 17 de diciembre de 2028, cuando pasará a unos 7,9 millones de kilómetros. Esta ventana será clave para volver a observarlo y reducir la incertidumbre de su órbita de cara a la cita crucial de 2032.

Actualmente, YR4 se sitúa a decenas de millones de kilómetros y se está alejando rápidamente, por lo que solo telescopios de gran apertura o instrumentos espaciales como el James Webb podrán seguirle la pista hasta mayo de 2025. A partir de esa fecha, el asteroide quedará fuera del alcance visual hasta 2028.

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Evolución de la probabilidad de impacto y escalas de riesgo

Probabilidad de impacto del asteroide YR24

Desde los primeros días tras el hallazgo, la probabilidad de impacto para el 22 de diciembre de 2032 ha ido fluctuando a medida que se sumaban observaciones y se ajustaban los cálculos orbitales. Inicialmente se manejaba un riesgo del 1,1%, rápidamente actualizado a 1,5% y llegando por momentos a cifras cercanas al 3% según distintas fuentes (NASA, ESA, CNEOS).

Estas cifras han colocado a 2024 YR4 en el nivel 3 de la escala de Turín, la segunda puntuación más alta registrada desde que en 2004 el asteroide Apophis llegó a nivel 4 antes de ser descartado como amenaza. Un nivel 3 implica «un encuentro con una posibilidad de impacto digno de seguimiento especial».

La escala de Palermo, que combina riesgo y tiempo de impacto potencial, otorga a YR4 valores de -3,08 (NASA), -3,44 (ESA) y -3,92 (NEODyS), lo que traduce un riesgo bajo en términos globales pero suficiente para justificar vigilancia intensiva.

La atención internacional continúa centrada en la evaluación del riesgo y en mantener los protocolos de respuesta ante cualquier cambio en la trayectoria. La experiencia con objetos cercanos como el asteroide Apophis refuerza la importancia de la monitoreo constante de estos cuerpos.

En términos prácticos, un 98-99% de probabilidades apunta a que no sucederá ningún impacto, pero el hecho de superar el 1% ha disparado todos los mecanismos de alerta y coordinación internacional. La experiencia con Apophis hace 20 años invita a la cautela y a la prudencia, manteniendo la vigilancia activa y la preparación ante cualquier escenario posible.

Seguimiento internacional y protocolos de defensa planetaria

Defensa planetaria ante el asteroide YR24

La reacción de la comunidad internacional no se ha hecho esperar. La NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y múltiples observatorios privados se han volcado en la recogida de datos para mejorar la predicción de la órbita. El Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS) y el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) han sido los principales bastiones en el análisis y actualización de la trayectoria de 2024 YR4.

Al superar el 1% de probabilidad, la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) ha coordinado protocolos automáticos para notificar a la Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre de Naciones Unidas (UNOOSA) y al Grupo Asesor de Misiones Espaciales (SMPAG). Este último ya discute potenciales estrategias de mitigación, aunque por ahora se espera que la probabilidad de impacto baje con sucesivas mediciones.

El trabajo no se detiene: astrónomos de todo el globo aspiran a aprovechar al máximo el escaso tiempo de visibilidad del asteroide, sobre todo durante las sesiones de observación concedidas al telescopio James Webb en marzo y mayo. Estas observaciones buscan, no sólo acotar la órbita sino también precisar su tamaño y composición, datos clave para evaluar los riesgos reales.

Las escalas institucionales (Turín y Palermo) dictan las acciones a seguir, recibiendo especificaciones sobre cuándo informar, cuándo activar alertas y cómo proceder ante la posibilidad de una amenaza real.

Qué pasaría en caso de impacto: escenarios y consecuencias

El tamaño de 2024 YR4, aunque medio en términos astronómicos, lo aleja de ser una amenaza de extinción global. Sin embargo, de impactar, podría causar daños importantes en regiones específicas.

El impacto puede presentarse en dos escenarios principales, dependiendo de la composición y el ángulo de entrada:

  • Explosión atmosférica (tipo Tunguska): Si el objeto se desintegra en la atmósfera, la onda expansiva podría devastar cientos de kilómetros cuadrados y causar daños materiales en zonas urbanas cercanas.
  • Impacto en superficie (tipo cráter Barringer): Si logra atravesar la atmósfera, puede crear un cráter de hasta un kilómetro y arrasar zonas a varias decenas de kilómetros.

Las estimaciones recientes sitúan la energía liberada en caso de impacto en torno a 8 megatones de TNT, afectando áreas cercanas a océanos, zonas rurales y regiones poco pobladas. La posibilidad de que impacte en el océano reduce la probabilidad de tsunamis de gran escala, pero un impacto en zona poblada requeriría evacuaciones inmediatas.

Un impacto en agua podría generar olas peligrosas cerca de la costa, pero en general, las zonas habitadas tendrían cierta protección si el impacto se da en regions alejadas.

El papel de los grandes telescopios: el ejemplo del James Webb

Debido a la rápida disminución del brillo y el alejamiento del asteroide, la tarea de seguimiento radica en el uso de telescopios como el James Webb, que puede observar en infrarrojo y captar su calor. Estas observaciones serán clave entre marzo y mayo de 2025, cuando todavía será posible obtener datos precisos.

El JWST permitirá medir directamente el tamaño del asteroide y mejorar la precisión de su trayectoria gracias a la observación en diferentes bandas infrarrojas y ópticas. Los resultados facilitarán la actualización de los modelos de riesgo y la planificación de posibles acciones futuras.

La detección en el espectro infrarrojo también ayuda a estimar el tamaño real, ya que el calor que emite es proporcional a su superficie y composición. La capacidad de estos instrumentos será vital en las próximas observaciones, dado que la magnitud del objeto ya supera los límites de detectabilidad de telescopios terrestres convencionales.

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Comparativa con otros asteroides célebres: Apophis, Tunguska y Cheliábinsk

El caso de 2024 YR4 ha sido comparado en varias ocasiones con el del asteroide Apophis, que en 2004 generó preocupación por su posible impacto en 2029 hasta ser descartado posteriormente. Apophis, de 375 metros, alcanzó en su momento un nivel 4 en la escala de Turín, mientras que YR4, mucho más pequeño, se mantiene en nivel 3 y presenta menor riesgo.

El evento de Tunguska en 1908, con un objeto de 40 a 60 metros, dejó un cráter de más de 2.000 km² en Siberia y sirvió como referencia para el daño potencial de impactos atmosféricos. La caída del meteoro Cheliábinsk en 2013, con apenas 20 metros, causó miles de heridos por rotura de cristales en la ciudad rusa, evidenciando el peligro de objetos relativamente pequeños pero en zonas urbanas.

Estos ejemplos resaltan la importancia de los sistemas de monitoreo y la preparación ante objetos cercanos a la Tierra de diferentes tamaños y características.

Medidas de mitigación y defensa: DART y posibles misiones de desvío

Ante la existencia de un riesgo potencial, la comunidad internacional ha comenzado a planear posibles misiones para desviar o alterar la trayectoria del asteroide. La misión DART de la NASA, en 2022, impactó en el asteroide Dimorphos, demostrando la viabilidad de la estrategia.

Si las observaciones en 2028 confirman un riesgo elevado, se dispondría de un plazo de cuatro años para diseñar y lanzar una misión de desviación, ya sea mediante impacto cinético o explosivos controlados. La cooperación internacional, incluyendo a ONU y agencias espaciales, garantiza acciones coordinadas y transparentes ante cualquier escenario de impacto.

Además, los protocolos contemplan la evacuación preventiva y campañas de información pública para minimizar el impacto social y evitar alarmas infundadas.

La importancia de la cooperación científica y la comunicación precisa

El caso del asteroide 2024 YR4 evidencia la capacidad de respuesta rápida y coordinada de la comunidad científica global. La transparencia en las mediciones, la actualización constante de riesgos y la colaboración entre instituciones han sido fundamentales para mantener la vigilancia sin generar alarma innecesaria.

Estas acciones refuerzan la idea de que hoy se cuenta con mayores herramientas para afrontar amenazas espaciales, y que la cooperación internacional y la comunicación efectiva son esenciales para una gestión adecuada de estos riesgos.

Mientras la probabilidad de impacto continúa disminuyendo con nuevas observaciones, la vigilancia activa y la colaboración científica mantienen a la humanidad preparada para responder ante cualquier eventualidad desde el cosmos.

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