El cambio climático afecta a los bosques mediterráneos de coníferas

coníferas

Los distintos tipos de efectos que provoca el cambio climático hacen que muchos ecosistemas se vuelvan más vulnerables y comiencen a degradarse como es el de las coníferas.

Entre los efectos que más se notan son el aumento de la duración y frecuencia de sequías, las inundaciones, etc. El aumento de las temperaturas y una mayor duración de las sequías amenazan algunos bosques ibéricos de coníferas.

Investigación sobre la afección a las coníferas

Esta investigación sobre la afección de las sequías a los bosques de coníferas ha sido realizado por la Universidad Pablo de Olavide (UPO), de Sevilla, el Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC) y la Universidad de Barcelona. Para poder completar la investigación, este trabajo ha contado con la colaboración de las universidades Complutense de Madrid y de Columbia (EEUU) y el Instituto Federal Suizo de Investigación sobre el Bosque, la Nieve y el Paisaje (WSL). Además el trabajo ha sido publicado en la revista Global Change Biology.

El líder del trabajo ha sido Raúl Sánchez Salguero, investigador postdoctoral de UPO e IPE-CSIC. El estudio se ha centrado en el riesgo que amenaza en mayor medida a los bosques que se encuentran más al sur. El aumento de las temperaturas provocadas por el cambio climático y la mayor duración y frecuencia de las sequías amenaza a especies como como el pino albar (Pinus sylvestris), el abeto (Abies alba) y el pino negro (Pinus uncinata).

pino albar

Pino albar

Para poder predecir los impactos y los cambios que se producen en estas especies, se ha trabajado con modelos matemáticos basados en el efecto del clima sobre el grosor de los anillos anuales de crecimiento estudiados mediante la dendrocronología.

Los bosques mediterráneos son más vulnerables

A través del estudio de estos anillos de de crecimiento se ha podido evaluar la vulnerabilidad de los bosques durante amplios gradientes climáticos y biogeográficos. Para estimar la vulnerabilidad de los árboles se ha tenido en cuenta la adaptación que se ha observado de los bosques ante el cambio climático observado durante la segunda mitad del siglo XX. Después proyectaron la evolución temporal del crecimiento de estos bosques bajo diferentes tendencias climáticas, obtenidas en base a escenarios socioeconómicos que estiman las emisiones de gases de efecto invernadero durante el siglo XXI.

abies alba

Abies alba

Los investigadores han sacado como conclusión que los bosques mediterráneos son bastante vulnerables frente a los impactos del cambio climático, especialmente las sequías. Aunque las respuestas de estos ecosistemas tienen grandes niveles de incertidumbre antes los escenarios climáticos que se han pronosticado para el futuro si las condiciones de emisiones de gases de efecto invernadero continúan así.

En estos ecosistemas existen especies que tienen algo más de capacidad de adaptación y plasticidad ante los cambios de temperatura y resistencia a las sequías.

“Evaluar y definir umbrales de vulnerabilidad al cambio climático fácilmente identificables es fundamental para determinar las medidas de gestión forestal que podrían amortiguar estos efectos, sobre todo en los límites distribución más secos, así como para identificar aquellas poblaciones más tolerantes al cambio climático que sirvan para establecer medidas de conservación” han indicado Raúl Sánchez-Salguero y Juan Linares.

Estudio del carbono

Es fundamental evaluar los cambios en los ciclos del carbono en las especies de los ecosistemas mediterráneos, ya que los bosques incorporan grandes cantidades de dióxido de carbono en la fotosíntesis. Este CO2 se queda almacenado durante décadas en la madera y se libera cuando se talan los árboles.

pino negro

Pino negro

Además otro factor a tener en cuenta, es que, aunque no se talen los árboles por la extracción de madera, hay que tener en cuenta, que si estos árboles no sobreviven a los efectos del cambio climático, también se vuelve a liberar el carbono acumulado a la atmósfera.

Los autores concluyen que un aumento global de las temperaturas y periodos más secos reducirán el crecimiento y acortarán la estación óptima de crecimiento durante la segunda mitad del siglo XXI, lo que podría desencadenar fenómenos de decaimiento y aumentar las tasas de mortalidad de los árboles.


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