Los efectos del cambio climático a gran escala a veces pueden llegar a ser impredecibles, puesto que no conocemos al milímetro todas las relaciones y conexiones que existen entre los seres vivos del planeta. Lo que sí se ha podido confirmar en un estudio de la Universidad de Córdoba (UCO) en colaboración con la de Wageningen, en los Países Bajos, es que el bosque mediterráneo se reducirá poco a poco hasta convertirse prácticamente en matorral en unos 100 años a causa de los efectos del cambio climático.
La UCO ha informado en un comunicado de que el cambio climático es un asunto de gran actualidad en cumbres y eventos a nivel internacional que ocupa parte de los esfuerzos de la comunidad científica que estudia qué está en riesgo y qué le espera al mundo.
Cambio climático en el mediterráneo
Los esfuerzos por detener el cambio climático no están siendo lo suficientemente fuertes como para evitar un calentamiento de las temperaturas globales de dos a tres grados centígrados en unos cien años, y ello provoque una disminución de las precipitaciones.
Esta cuestión tan inquietante ha llevado al grupo de investigación de la UCO a estudiar cómo reaccionan las plantas ante el aumento de las temperaturas. En el estudio se ha indagado en cómo responden las plantas ante las sequías y cómo se recuperan de los daños las distintas especies de flora y fauna asociadas.
El alcornoque es una de las especies que más será afectada por el cambio climático. El grupo de investigación de la UCO se ha centrado en el bosque mediterráneo, puesto que es donde más biodiversidad hay en España. El estudio confirma que el bosque mediterráneo va a sufrir mucho más a consecuencia del cambio climático que el matorral propio que existe en dichos ecosistemas. En unos cien años este tipo de paisaje se transformará y será predominantemente de matorral, puesto que las especies típicas de la zona como el madroño o el alcornoque irán desapareciendo.
El bosque mediterráneo más afectado por el cambio climático
La investigación ha sido publicada en la revista «Plant Biology«. En el estudio se detalla que las especies vegetales de este tipo persisten al incremento de las temperaturas y la falta de agua regulando el tiempo que le dedican a realizar la fotosíntesis. Durante la fotosíntesis, las hojas abren sus estomas para intercambiar el CO2 del ambiente y generar oxígeno. Sin embargo, la apertura de los estomas provoca una transpiración del agua y, por lo tanto, pérdida de la misma. Conforme más temperatura hay en el ambiente, más cantidad de agua se pierde durante la fotosíntesis.
Estamos hablando de la regulación y restricción de un proceso vital para las plantas, que normalmente se reduce en verano y en épocas de sequía para ahorrar agua. En primavera la apertura de la planta al exterior es elevada y la tasa de fotosíntesis es muy alta mientras en verano los valores bajan y en otoño, con las lluvias, la planta se recupera y crece. De este modo, en épocas de sequía, las plantas reducen drásticamente esa apertura al exterior a dos horas al día aproximadamente y lo hacen a primera hora de la mañana.
El estudio también se ha centrado en algunos matorrales que son afectados por el aumento de las temperaturas y las sequías. Por ejemplo, las jaras, sufren mucho durante las épocas de sequía, llegando a perder incluso sus hojas, sin embargo, con las primeras lluvias del otoño, son las primeras que se recuperan. La ventaja que tiene el matorral con respecto a los árboles es que tienen más capacidad de adaptación de sus características y pueden sobrevivir mejor en entornos cuyos factores ambientales no sean favorables. Las jaras también tienen gran capacidad de colonización tras un incendio o sequía, y por ello, si los árboles van decayendo tras los efectos del cambio climático, son las jaras las que irán colonizando y convirtiendo el bosque mediterráneo en un matorral.
Los alcornoques son más vulnerables
Los alcornoques no tienen la capacidad de adaptación que tienen las jaras las diferencias de temperaturas, sequías y demás, por lo que su recuperación tras un episodio de estos es muy lenta. Si a esto se une que para producir semillas se necesitan entre 20 y 30 años, que éstas sólo persisten unos meses, que -además- sirven de alimento para muchos animales por lo que desaparecen con rapidez, el alcornoque se convierte en una especie vulnerable para su conservación de cara al próximo siglo.
Como conclusión, el estudio afirma que el bosque mediterráneo va a sufrir mucho más las consecuencias del cambio climático que el matorral y que, por lo tanto, los bosques se irán retirando para dejar paso a las especies de matorrales.