Mientras Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, ha decidido abandonar el Acuerdo de París, los efectos del cambio climático continúan haciéndose notar en todo el mundo. En España vamos a tener muchos problemas para adaptarnos si la temperatura media global continúa aumentando.
Se podría pensar que la subida del nivel del mal o el deshielo de los glaciares nada tienen que ver con el país, pero nos equivocaríamos tal y como lo advierte el informe »Hechos y cifras para una Ley de Cambio Climático y Transición Energética» elaborado por el Observatorio de la Sostenibilidad.
España es un país muy vulnerable al cambio climático. Sus efectos están poniendo a prueba una gran cantidad de especies animales y vegetales, como la perdiz nival, el camaleón o el urogallo, que tienen un desplazamiento reducido y que son exigentes con las condiciones de su nicho ecológico.
Por otra parte, el país es uno de los pocos territorios de la Unión Europea en el que las evidencias científicas ofrecen una reducción de la productividad agrícola.
Con el aumento de las temperaturas y el deshielo de los glaciares, la subida del nivel del mar es otro de los grandes retos del territorio español. Un informe del Ministerio del Medio Ambiente prevé que el agua invadirá el 8% de la fachada norte de la costa peninsular y el mar de Alborán en las próximas tres décadas, lo que supone una subida de 20 centímetros.
¿Se está haciendo algo para afrontar el cambio climático? No demasiado. Los últimos datos disponibles de la Agencia Europea del Medio Ambiente revelan que entre 1990 y 2014 las emisiones totales de dióxido de carbono aumentaron en un 17,5%, mientras que en el conjunto de la Unión Europea cayeron en un 23%. En el 2015, un 40,4% de total de emisiones de CO2 procedieron de plantas generadoras de energía o de la industria del petróleo.
Así, es el país europeo que necesita comprar más derechos de emisión en proporción a sus emisiones. A golpe de talonario, puede »compensar» las 65 millones de toneladas que envió a la atmósfera sólo en el 2015. Es una lástima que no se haya comprendido aún que una naturaleza limpia y viva no se puede comprar.
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