Seguramente hayas notado que en los últimos años hay árboles, como los almendros, que florecen antes de tiempo. Esto, que bien podría ser un espectáculo maravilloso, puede causarles muchos problemas cuando lleguen las heladas, por la sencilla razón de que las células que forman los pétalos no soportan las bajas temperaturas. Y si no hay flores, no puede haber frutos.
El cambio climático está adelantando la primavera, pero es una primavera con características propias del invierno, es decir: una semana el termómetro puede marcar los veinte grados centígrados, pero luego estar un día baja a unos míseros cinco o seis grados que acaban con los brotes más tiernos. Así, la fructificación de las plantas está en peligro.
Según un estudio publicado en la revista Nature Communications, las plantas en Europa desde hace ya 30 años reanudan su periodo de crecimiento tres días antes y lo finalizan en invierno. Este cambio las expone a las heladas primaverales, que es cuando brotan las flores y las hojas. Así, cuando hay una helada, y ya ni digamos nevada, se debilitan mucho, tanto es así que las flores abortan y las hojas o se queman, o caen directamente, con lo cual la planta se ve obligada a gastar de nuevo energía para producir de nuevas.
Almendro de mi jardín. Foto tomada el 20 de enero del 2018. Había empezado a florecer el 8 de ese mes.
Por el contrario, en Asia y en América del Norte el número de días que las plantas sufren por las heladas se ha ido reduciendo, pero no porque esas zonas se estén enfriando sino porque el calentamiento global ha reducido el número de días al año en los que se producen heladas. Aún así, ha habido episodios donde este adelanto de la primavera ha tenido efectos muy negativos: en el 2007 hubo una semana de heladas primaverales en el centro y este de los EE.UU que redujo la producción del trigo en un 19%, de los melocotones un 75% y de las manzanas y de las nueces un 66%.
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