El cometa 3I/ATLAS continúa acumulando observaciones que rompen los esquemas habituales. Nuevos datos de grandes telescopios y plataformas espaciales apuntan a un comportamiento poco común, tanto en su morfologÃa como en su quÃmica, lo que lo convierte en un objetivo de primer nivel para la comunidad cientÃfica.
Lejos de cualquier sensacionalismo, los resultados publicados en las últimas semanas refuerzan la imagen de un visitante interestelar peculiar pero natural y, sobre todo, sin peligro para la Tierra. A continuación repasamos los hallazgos más sólidos y las observaciones que están por llegar.
Qué han observado los telescopios

El 24 de agosto, con 3I/ATLAS a unas 2,75 UA del Sol y ~2,6 UA de la Tierra, el Espectrógrafo KCWI observó el cometa entre 0,3425 y 0,55 micrómetros. En esas imágenes se aprecia una anticola extendida hacia el Sol, una estructura inusual que desafÃa la visión más simple de las colas cometarias.
A diferencia de lo esperado para el polvo expulsado y empujado por la radiación solar, la imagen de luz blanca no muestra una cola tÃpica. Los perfiles de emisión presentaron además asimetrÃas en direcciones solar y antisolar, una firma coherente con esa anticola.
Una quÃmica que desconcierta: nÃquel sin hierro

El espectro de la columna de gas alrededor de 3I/ATLAS destaca por una emisión intensa de nÃquel y, al mismo tiempo, la ausencia de lÃneas de hierro. En imágenes de banda estrecha, el nÃquel aparece más concentrado en el centro que el cianuro (CN): las emisiones se extienden aproximadamente hasta 600 km de radio para Ni y ~840 km para CN.
Para explicar esta rareza, los autores plantean que cerca del núcleo podrÃa darse un proceso de carbonilo natural, con la formación in situ de tetracarbonilo de nÃquel, Ni(CO)â‚„, lo que concentrarÃa el nÃquel en regiones próximas al núcleo y darÃa lugar a la firma espectral observada.
Otra anomalÃa reseñable es que la tasa de producción de Ni respecto a CN es mayor que la medida en 2I/Borisov y varios órdenes por encima de la mediana de cometas del Sistema Solar, reforzando el carácter atÃpico de 3I/ATLAS dentro de la familia cometaria conocida.
Agua activa muy lejos del Sol

El Observatorio Neil Gehrels Swift detectó hidroxilo (OH), el eco ultravioleta caracterÃstico de la disociación del agua, cuando el cometa se encontraba a ~2,9 UA. A esa distancia la actividad suele ser escasa, pero los cálculos apuntan a una pérdida de agua de alrededor de 40 kg/s, una cifra notable para un objeto tan lejos del Sol.
Una explicación plausible es que la radiación esté calentando y evaporando granos finos de hielo liberados por el núcleo, generando una envoltura gaseosa persistente. Observaciones iniciales con el James Webb sugieren, además, una relación COâ‚‚/Hâ‚‚O elevada respecto a la habitual, lo que reforzarÃa la idea de una mezcla de volátiles poco común.
Los análisis fotométricos y espectrales, por su parte, dibujan un objeto con tono rojizo y polvo parecido al de los asteroides de tipo D. Las estimaciones del tamaño del núcleo se mueven entre unos pocos cientos de metros y varios kilómetros (hasta ~5,6 km), coherentes con un cometa activo.
Su trayectoria hiperbólica y su velocidad, del orden de 210.000 km/h (unos 58 km/s), confirman el origen interestelar y encajan con la diversidad ya vista en ‘Oumuamua y 2I/Borisov, aunque 3I/ATLAS esté mostrando un perfil quÃmico y dinámico propio.
Qué viene ahora
La cámara HiRISE, a bordo del Mars Reconnaissance Orbiter, captó imágenes el 2 de octubre con una resolución cercana a 30 km por pÃxel, aproximadamente tres veces mejor que las mejores tomas previas de Keck y Hubble, aprovechando el paso de 3I/ATLAS a ~30 millones de km de Marte. Esas vistas laterales del resplandor aportarán claves sobre la estructura de la coma y la anticola.
Más adelante están previstas aportaciones de Juice (noviembre) y Juno (marzo), que ayudarán a perfilar su evolución tras el máximo de actividad solar. El cometa atravesará un periodo de baja visibilidad desde finales de septiembre hasta principios de diciembre al situarse tras el Sol desde la perspectiva terrestre, y volverá a observarse después. En todo momento, las efemérides indican un mÃnimo acercamiento a la Tierra de ~1,8 UA (unos 270 millones de km), sin escenarios de riesgo.
Con un conjunto creciente de datos y varios instrumentos alineados, 3I/ATLAS se perfila como un laboratorio natural excepcional: anticola persistente, quÃmica inusual y actividad a gran distancia conforman un retrato que desafÃa los patrones clásicos y promete respuestas —y nuevas preguntas— en los próximos meses.