La llegada del cometa 3I/ATLAS ha puesto patas arriba la agenda de astrónomos y agencias espaciales: no todos los días se cuela en nuestro vecindario un visitante que no pertenece al Sistema Solar. Este objeto, detectado por el sistema ATLAS, se ha convertido en protagonista por su rareza y por el interés científico que despierta.
Hablamos de un viajero que viene de otro sistema y atraviesa la región planetaria a toda velocidad, con una trayectoria que delata su origen interestelar. Aquí te contamos qué es, dónde está, cuándo asomará para poder verlo y qué están descubriendo las sondas que lo siguen de cerca.
¿Qué es 3I/ATLAS y por qué es especial?
El 3I/ATLAS es un cometa identificado por el programa ATLAS en Chile, y su apellido revela el hallazgo. La designación 3I indica que es el tercer visitante interestelar confirmado tras 1I/ʻOumuamua y 2I/Borisov, una categoría reservada a objetos que no están ligados gravitacionalmente al Sol.
Su trayectoria es inequívoca: sigue una órbita hiperbólica, lo que significa que solo pasará una vez por las cercanías solares antes de perderse de nuevo en el espacio profundo. Viaja a más de 200.000 km/h, una velocidad típica en este tipo de intrusos, y ya ha desarrollado una coma y una cola de polvo que permiten estudiarlo en detalle.
Además de su dinamismo, su comportamiento ha sido inusual desde lejos: mostró actividad cuando aún se encontraba más allá de Júpiter, un rasgo que sugiere hielos muy volátiles y aporta pistas sobre el entorno en el que se formó.

Fechas clave: cuándo y cómo se podrá observar
El cometa alcanzará su punto más cercano al Sol alrededor del 30 de octubre, un momento que no garantiza su visibilidad desde la Tierra por su posición respecto al astro. Aun así, a medida que avance noviembre y especialmente en diciembre, podría volver a estar a tiro con instrumentación aficionada.
Quien quiera intentar cazarlo tendrá que armarse de paciencia y de un telescopio de buen diámetro, ya que no se espera que supere la magnitud 12. En otras palabras: no será visible a simple vista y hará falta cielo oscuro, mapas actualizados y condiciones estables para distinguir su tenue brillo.
- Perihelio: finales de octubre, con el cometa al otro lado del Sol desde nuestra perspectiva.
- Mejor ventana desde tierra: cuando reaparezca a finales de noviembre y durante diciembre, con telescopios medianos.
- Brillo esperado: entorno de magnitud 12; imprescindible óptica adecuada.

Dónde está ahora y qué están viendo las sondas de Marte
En estos momentos, 3I/ATLAS se mueve por la región marciana, en una geometría que lo sitúa tras el resplandor solar para los observadores terrestres. Esa misma configuración ha dado ventaja a las naves en torno a Marte, que han tomado el relevo con cámaras y espectrómetros.
Entre el 1 y el 7 de octubre, varias misiones —Mars Express y ExoMars TGO (ESA), MRO y MAVEN (NASA), la sonda Hope (EAU) y Tianwen-1 (China)— han apuntado a un objetivo que pasó a unos 29-30 millones de kilómetros del planeta rojo. Las primeras secuencias de ExoMars, con exposiciones de cinco segundos, lograron separar el cometa del fondo estelar y registrar su movimiento relativo.
Estas observaciones, aunque desafiantes para instrumentos diseñados para Marte, sirven para medir el tamaño de la coma, seguir la evolución de la cola y comparar el brillo real con las predicciones orbitales. Los equipos esperan extraer información sobre el tamaño de grano del polvo y la distribución de gases a partir de filtros en rojo, azul e infrarrojo cercano.
La agencia europea y colaboradores confirman que, por ahora, el cometa se comporta como se esperaba en posición y luminosidad, lo que facilita la coordinación con otros observatorios y el encadenado de datos entre misiones.

Trayectoria y seguridad: un paso cercano, pero sin peligro
Los cálculos dinámicos muestran una órbita altamente inclinada y abierta, con un paso por el interior solar que no supone riesgos para nuestro planeta. El objeto no se acercará a menos de algo más de 1,8 UA de la Tierra (unos 270 millones de km), por lo que queda descartado cualquier escenario de impacto.
Tras el perihelio de finales de octubre, el cometa seguirá alejándose, con un cruce de la órbita de Júpiter previsto para principios de 2026. En ese tramo, misiones como JUICE (ESA) tienen planificadas observaciones entre principios y mediados de noviembre para monitorizar la evolución de su coma y su cola cuando la actividad esté en todo lo alto.
En el entorno de Marte, la menor distancia de paso —unos 0,195 UA— ha sido una oportunidad perfecta para estudiar su estructura sin la interferencia directa del brillo solar. A partir de ahí, el visitante continuará su ruta de salida y, con el tiempo, se desvanecerá hasta perderse en el fondo estelar.
En síntesis: se trata de un encuentro irrepetible con un objeto que no volverá. Es una visita corta, intensa y científicamente muy valiosa para reconstruir su historia de expulsión desde otro sistema estelar.

Qué nos cuenta su composición sobre su origen
Los primeros análisis espectroscópicos apuntan a una mezcla rica en hielo de agua y dióxido de carbono, con señales más débiles de monóxido de carbono de lo habitual. Esa combinación sugiere que 3I/ATLAS pudo formarse en zonas frías de un disco protoplanetario con abundante CO₂ o haber experimentado episodios de calentamiento que redujeron el CO.
Telescopios espaciales como Hubble y JWST, junto a misiones dedicadas a cartografiar el infrarrojo, están midiendo el balance de gases y el tamaño del polvo en la coma. Con estos datos, los equipos esperan perfilar la huella química del cometa y compararla con la de los cometas “domésticos” de nuestro Sistema Solar.
Si se confirma esa química rica en carbono, el objeto aportará claves sobre cómo se ensamblan los planetesimales alrededor de otras estrellas y qué mecanismos pueden expulsarlos al espacio interestelar para acabar, de vez en cuando, cruzando nuestro vecindario.
Rumores, aclaraciones y lo que viene
Como suele ocurrir con fenómenos tan llamativos, han circulado afirmaciones exageradas en redes sociales: desde supuestos riesgos de impacto hasta orígenes artificiales. Las agencias espaciales han sido tajantes: 3I/ATLAS no representa peligro y es, sobre todo, una oportunidad única para la ciencia.
En las próximas semanas continuará una campaña coordinada entre misiones planetarias y telescopios para encajar todas las piezas: brillo, actividad, dinámica y composición. Mientras tanto, los aficionados podrán ir preparando cartas celestes y equipos porque, si el tiempo acompaña, diciembre ofrecerá la mejor opción para intentar captarlo desde la Tierra con telescopio.
Un cometa que viene de otro mundo, una flota de naves siguiéndolo y una ventana de observación exigente: así se presenta 3I/ATLAS, un visitante fugaz e irrepetible que dejará una cosecha de datos extraordinaria antes de poner rumbo de vuelta al espacio interestelar.