En el año 1816 se produjo una importante anomalía climática, tan profunda que alteró irrevocablemente el curso de la historia humana o, al menos, dio lugar a numerosos acontecimientos que no se habrían producido en condiciones de temperatura diferentes.
En este artículo vamos a contarte todo lo acontecido en 1816, el año sin verano.
¿Qué ocurrió en el año 1816?
La notable interacción entre una disminución significativa de la actividad solar y erupciones volcánicas importantes, como la del volcán Mayon en Filipinas y la del monte Tembora en Indonesia (la mayor erupción registrada en los últimos 1.300 años), provocó una reducción de las temperaturas globales de entre 0,4 y -0,7 °C. En consecuencia, este fenómeno convirtió el verano de 1816 en Europa en el verano más frío documentado entre 1766 y 2000. Este cambio climático desencadenó una grave escasez de alimentos en todo el hemisferio norte, junto con otros fenómenos relacionados que se examinarán a continuación.
La aparición de dos erupciones volcánicas, junto con una disminución de la actividad solar, dio lugar al verano más frío jamás documentado, con consecuencias nefastas. Los acontecimientos se produjeron en la última década del período conocido como la Pequeña Edad de Hielo, una época marcada por episodios de enfriamiento global que se habían hecho evidentes desde el siglo XIV. En el verano de 1816, Europa sufrió una helada total, con nevadas en algunas regiones de los Estados Unidos.
El arte en la inestabilidad
Los importantes niveles de ceniza de la erupción volcánica dieron lugar a impresionantes puestas de sol que inspiraron a Turner a crear sus famosas pinturas de puestas de sol. Además, Lord Byron aprovechó ese momento para componer su poema «Oscuridad», que incluye los versos: «Tuve un sueño (…), el sol brillante se había ido y las estrellas vagaban tenuemente en el espacio eterno». Esto no fue simplemente un sueño.
Si bien los artistas pueden haber recurrido a fuentes internas profundas para producir creaciones notables, la población en general luchó por descubrir el lado positivo de sus adversidades. El siglo XIX fue testigo de catastróficas pérdidas de cosechas, que culminaron en una grave hambruna. Sin embargo, la escasez de avena para la alimentación de los caballos puede haber despertado el espíritu inventivo del alemán Karl Drais, que concibió el velocípedo, una versión temprana de la bicicleta. En 1813, desarrolló un vehículo de cuatro ruedas impulsado por pedales y tuvo la suerte de que el aumento de los precios de la avena, junto con las malas cosechas durante el año conocido como el «año sin verano», hicieron necesaria la invención de vehículos que no dependieran de la tracción animal.
Consecuencias en las cosechas y hambruna
El siglo XIX experimentó el inicio de la hambruna más severa, resultante de las malas cosechas. Al mismo tiempo, países como Irlanda e Italia se vieron gravemente afectados por enfermedades como el tifus, que, junto con el hambre y la mortalidad (según se informa, se cobraron hasta 70.000 vidas), provocaron migraciones masivas hacia Rusia y Estados Unidos. Esta migración inevitablemente condujo a la implementación de políticas proteccionistas. En junio de 1816, los habitantes de Nueva York se enfrentaron a una tormenta de nieve, mientras que las granjas de Nueva Inglaterra sucumbieron a las gélidas condiciones. Londres sufrió granizos durante todo el verano, e incluso nuestro propio país fue testigo de fenómenos climáticos hasta entonces inimaginables. Aunque los datos al respecto son escasos, el barón de Maldà relata una nevada ocurrida en la región central de la península a mediados de julio, un hecho verdaderamente inédito.
Lord Byron y sus compañeros se entregan al acto de la invención
Durante este período, Lord Byron, posiblemente ya imaginando el poema Oscuridad, se refugió en su villa Donati ubicada en Cologny, junto al lago Lemán en Suiza. Acusado de sodomía y sintiéndose descontento, recibió a un círculo de amigos para que lo acompañaran durante varias semanas en medio de un verano peculiar y opresivo marcado por una lluvia incesante, que los obligaba a permanecer en el interior. Al igual que las figuras solitarias del Decamerón durante una plaga, Byron y sus compañeros ocupaban sus tardes compartiendo historias de fantasmas, mientras el ambiente gótico reinante armonizaba con el clima invernal originado por el volcán.
Al mismo tiempo, Bengala sufrió una lluvia incesante que desencadenó un brote de cólera, que se propagó por todo el mundo y se cobró millones de vidas. Lo que en un principio parecía un mero pasatiempo acabó dando lugar a algunas de las obras maestras literarias más importantes de la historia.
Durante ese período de ocio, la casa estuvo ocupada por el doctor John Polidori, que más tarde crearía el mito del vampiro impregnado de su animosidad hacia Byron (que se quitaría la vida cinco años después sin alcanzar la fama), y Mary Shelley, que crearía su particular versión de Prometeo junto al doctor Frankenstein, inspirada en las discusiones nocturnas y las consiguientes pesadillas.
Consecuencias de un año sin verano
En esencia, mientras el mundo se enfrentaba a la devastación, un círculo de amigos que buscaba refugio en un pueblo estaba haciendo historia al mismo tiempo. Las repercusiones de la erupción volcánica se extendieron más allá de Europa. En Bengala (India), las lluvias torrenciales de 1817 desencadenaron un brote de cólera que se extendió por todo el mundo. El resultado fue millones de muertes. El monzón se vio interrumpido durante tres años consecutivos, lo que llevó a una catástrofe económica en el sudeste asiático, que vio resurgir la esclavitud.
Más notable aún, las hambrunas en el suroeste de China obligaron a los agricultores a cambiar el cultivo de arroz por la producción de opio, preparando el terreno para la consiguiente epidemia de esta sustancia analgésica. Una enorme nube de partículas envolvió el globo, obstruyendo la luz del sol y creando una peculiar neblina rojiza que persistió, impartiendo una calidad inquietantemente hermosa y apocalíptica a las puestas de sol.
Un pequeño conjunto de rocas chocando y lava que brotó de las profundidades de un volcán resultó en un invierno interminable, que trajo muerte y hambruna al planeta y sentó las bases para cambios posteriores, incluidas las leyes y políticas sociales destinadas a abordar los problemas que surgieron.
La evidencia indicaba que el clima podía (y puede) ejercer control sobre la humanidad. Sin duda, los primeros años del siglo XIX estuvieron marcados por el frío extremo. El ambiente apocalíptico se acentúa aún más cuando consideramos el poema de Byron: “La mañana llegó y se fue y no trajo consigo el día (…), felices eran aquellos que vivían en el ojo de los volcanes”. El miedo y la desesperación impregnaban los corazones de las personas, sentimientos que resuenan con nosotros aún hoy.
Espero que con esta información puedan conocer más sobre las consecuencias de un año sin verano.