El tiempo en geología no se mide en años, se mide en millones de años. Estos son denominados eones y las épocas geológicas más conocidas son paleoceno, holoceno, etc. Pero ahora, actualmente, quien haya nacido en el año 1950, se va a sentir mucho más viejo ya que está viviendo dos épocas geológicas distintas.
Actualmente, tras la última era glaciar entramos en el Holoceno, pero dado el gran impacto que provoca el ser humano sobre la Tierra, ésta ha entrado en una nueva página del calendario geológico, el Antropoceno.
Pruebas del Antropoceno
Una de las pruebas que marcan el cambio de rumbo de nuestro planeta está en la Ría de Bilbao. Se trata de una franja de siete metros de sedimentos acumulados por la industrialización. Un método de estudio de las épocas antiguas de la tierra es mediante el estudio de la acumulación de los sedimentos a lo largo de la historia. Pues bien, estos sedimentos industriales ya forman parte de la vida del planeta.
El grupo de científicos que se encargaban de decidir esto, se han puesto de acuerdo en decir que hemos superado el Holoceno para entrar en el Antropoceno. La huella de las actividades humanas quedará para siempre grabada en todo el planeta como una línea identificable en los estratos que se verán dentro de miles o millones de años en cuevas y acantilados, una referencia permanente para los científicos del futuro. Un grupo designado de especialistas ha decidido que el Antropoceno comienza en 1950 con los residuos radiactivos de las bombas atómicas.
Nuestras actividades han transformado el planeta
Con nuestras actividades hemos cambiado la Tierra. Este es el momento en el que hemos conseguido cambiar el ciclo vital del planeta, sacándolo de su variabilidad natural. Muchos ecosistemas, hábitats, especies tanto de animales como de plantas, bacterias y demás se están adaptando y desarrollando a nuestro modo de vida, en vez de ser lo contrario.
La marca que provoca el inicio de esta época geológica son los residuos radiactivos de plutonio, tras los numerosos ensayos de bombas atómicas realizadas a mediados del siglo XX. El estrato de unos 7 metros de altura donde se encuentran los restos de escorias vertidas por los altos hornos entre el 1902 y el 1995 se puede observar en la playa cementada de Tunelboca.
Requisitos para desginar una nueva etapa geológica
Para poder designar el comienzo de una etapa geológica nueva, tiene que haber una señal que, de forma global, sincronice todo el cambio a nivel planetario. Al principio, los especialistas pensaron en el año 1800 como fecha de inicio del Antropoceno, con la revolución industrial. Sin embargo, se descartó debido a que su huella no llega a ser por igual y al mismo tiempo en todos los lados del planeta.
Lo importante de este caso, no es que el ser humano haya marcado su huella. Esto lo lleva haciendo durante mucho tiempo, miles de años incluso. La clave de designar una nueva etapa geológica reside en que se trata de un cambio de ciclo en el comportamiento del planeta entero. Esto está provocado por nuestras actividades humanas, nuestra contaminación, nuestros plásticos, nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, los desechos industriales, la alteración de los ecosistemas, la desaparición masiva de biodiversidad, la acidificación de los mares… Muchos de estos cambios son geológicamente de larga duración, y algunos son irreversibles.
Es por eso, que este juicio científico ha bastado para poder marcar el inicio del Antropoceno como nueva etapa geológica en la que el protagonista de los cambios ambientales y en los ciclos de la Tierra es el ser humano. Las evidencias que marcan esta etapa del Antropoceno van a durar en nuestro planeta para siempre.
Esto genera diversas polémicas sobre el fracaso del ser humano en nuestra sociedad, sobre todo con la llegada del cambio climático. No se puede juzgar si ha sido bueno o malo el hecho de que se extinguieran los dinosaurios y, sin embargo, nosotros no estábamos allí y ni mucho menos, éramos los causantes de su extinción. Pero ahora en la actualidad, somos los responsables de los cambios en el planeta. Es por ello que surgen dudas sobre nuestra “valía” en este planeta. ¿Somos una plaga o una enfermedad para el resto de las especies?