Las consecuencias del calentamiento global están afectando a toda la humanidad, y también a aquellas personas que desean tener hijos. En efecto, el cambio climático afecta a las mujeres embarazadas, las cuales tienen partos prematuros con el consecuente riesgo para el bebé.
En los países como Nicaragua o Caribe, los expertos del clima del Banco Mundial, afirman que la temperatura aumentará un promedio de 4 grados, lo cual significará que habrá más sequías y hasta un 80% más de ciclones tropicales, al mismo tiempo que veríamos cómo los glaciares irían desapareciendo.
Un reciente estudio titulado »Weather Shocks and Health at Birth in Colombia» reveló que la salud de este colectivo se vería muy afectado. Cuanto más dure una ola de calor, más aumentará la probabilidad de que el nacimiento sea prematuro. Aunque por el momento los efectos no son muy fuertes, ya que sólo se reduce un 0’5 puntos porcentuales la probabilidad de tener un parto natural y un 0’4 puntos de que el bebé nazca sano, el estudio dice que si las temperaturas siguen subiendo, habrá más olas de calor y es probable que los riesgos para la salud tanto de la madre como la de su hijo también aumenten.
Para tener una descendencia sana es importante poder afrontar el cambio climático, y eso implica poder disponer de ingresos para poder subsistir. También debemos hablar de la salud emocional de las mujeres embarazadas, pues si tienen estrés o depresión, el feto lo percibirá. De hecho, un estudio realizado en Kenia mostró que una disminución de 1 milímetro anual en las precipitaciones hace que aumente un 0’9% la hormona del estrés -el cortisol-. Si el nivel de estrés se mantiene alto por varios días o semanas, aumentará la probabilidad de desarrollar enfermedades.
A fin de proteger la salud de las madres y niños se debería de ayudar a ambos, tanto incrementando las inversiones en salud pública para poder controlar el embarazo, como facilitando el acceso al alimento especialmente a las familias con pocos recursos.